Del Val: "El nacionalismo llama piolines a los policías con el mismo cariño que ETA les llamaban txakurras"
Habla el profesor del lenguaje que está utilizando Pedro Sánchez, igual al de los nacionalistas
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Luis del Val pone el foco de la imagen del día de "Herrera en COPE" en la denominación que utiliza el presidente del Gobierno Pedro Sánchez a los policías y guardias civiles que evitaron un golpe de Estado en Cataluña: “piolines”
La primera vez que me tropecé con la palabra “piolín”, fue en ‘Rayuela’, la inolvidable novela de Julio Cortázar. Mi ignorancia tenía su excusa, porque al consultar el diccionario me explicó que era un término usado en Argentina, Uruguay, México y Perú, y se trata de un diminuto hilo de cualquier tejido. El dibujante Bob Clampett creó un canario al que llamó “Piolín”, que se hizo famoso en todo el mundo.
Cuando el odio estalló en Cataluña, y el totalitarismo nacionalista, aliado con la tradicional cobardía empresarial catalana, obligó a los policías nacionales a no poder alojarse en hoteles, se alojaron en un barco, en cuyo exterior estaba dibujado el pajarito. El sectarismo nacionalista comenzó a denominar “piolines” a los policías, con el mismo cariño con que los asesinos etarras les llamaban “txakurras” o sea, perros, a los miembros de la Policía Nacional. Como el presidente del Gobierno, para poder seguir siendo el presidente del Gobierno, les hace la limpieza de la casa a los sectarios nacionalistas, de tanto recibir órdenes de ellos, ha asimilado su lenguaje insultante y ya, en sede parlamentaria, llama piolines a los policías que se jugaron su vida en Cataluña, mientras los golpistas azuzaban la calle. Casi doscientos policías resultaron heridos, y un par de docenas -a consecuencia de aquello- terminaron dándose de baja en el Cuerpo, debido a las lesiones.
Son estos policías los que, a diario, protegen al presidente del Gobierno, con riesgo de su vida, ese presidente de Gobierno que les llama piolines y se dedica a indultar a los golpistas. Hoy, en su artículo de ABC, Juan Carlos Girauta, tiene un recuerdo agradecido a esos hombres y mujeres que, en pleno estallido del odio -repito, azuzado por los secesionistas- le protegieron de la caterva de aborrecedores entusiastas ante cualquiera que no fuera nacionalista, esa exhibición de rencor, de resentimiento, de despecho, de barbarie ante una bandera española, un policía, o un político que militara entonces en un partido constitucionalista, como era el caso de Girauta. Y, al final, el articulista le llama al presidente del Gobierno, canalla. La única duda que albergo -y se lo preguntaré a Girauta, cuando nos veamos- es si el término canalla lo usa como un insulto, o se trata, simplemente, de una mera descripción.