Luis del Val: "Los periodistas somos tontos y carecemos de la preparación de la ministra de Trabajo"

"¡Ah! El que sufra un ERTE ya sabe que no es un parado. Lo ha dicho la señora ministra" nos recuerda el profesor

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Del Val: "Los periodistas somos tontos y carecemos de la preparación de la ministra de Trabajo"

Luis del Val

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Una de las circunstancias más extemporáneas y que llega incluso a molestar es encontrarte en la pantalla de televisión con una periodista, de aspecto risueño y simpático, que no cambia la expresión cuando tiene que informar de un suceso triste, dramático o luctuoso. Comprendo que hay cadenas de televisión que, casi desde su fundación, tienen como objetivo que su look consista en que cuando uno conecte con ese canal, le parezca que es nochevieja, y que todo el mundo es feliz, y que para eso elija a las periodistas, no por su currículo académico o su experiencia, sino sobre su aspecto alegre, y está en su derecho, y me parece bien, porque la alegría es difícil de encontrar. Pero a mí me choca que esa chica feliz me cuente que han muerto cinco ancianos en una residencia, con la misma dicha que si nos informara de que a cinco ancianos de una residencia les ha caído el premio gordo de la lotería. No propongo que se ponga un velo y actúe de plañidera ante las cámaras, pero al menos que intente componer una determinada actitud, como hace Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno.

Pedro Sánchez, ante las cámaras, pone esa expresión del ejecutivo medio de la empresa, a la que han enviado al funeral del directivo de otra empresa suministradora, no demasiado importante como para que vaya el presidente del consejo o el director general. Y Pedro Sánchez, aunque le cuesta mucho esfuerzo, intenta hacerlo bien, y cumple, y seguramente lo observaremos este fin de semana, donde seguramente se nos aparecerá en la pantalla, con esa cara que ya sabes que va a decir que nos acompaña en el sentimiento.

Bueno, pues la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, en lugar de imitar a su jefe, se comporta como las chicas de televisión que parecen tan contentas de estar delante de la cámara que no cambian su proyección alegre, ni siquiera para decir que los parados aumentan de una manera escalofriante. La ministra hasta se echó una risita, y, luego, se puso en plan “seño” para explicarnos a los periodistas lo que es un ERTE, que no es un parado, y por eso no se cuenta.

¿Cobra su nómina el trabajador sometido a un ERTE? No. ¿Está desempleado, aunque sea temporalmente? Sí. ¿Cuándo termine el ERTE se le garantiza el puesto de trabajo, pase lo que pase? No. Pero no es un parado, porque los periodistas somos tontos y carecemos de la preparación de la ministra de Trabajo, que se licenció en Derecho, trabajó de pasante, puso un despacho, lo cerró e hizo una brillante carrera en Izquierda Unida, donde llegó a teniente de alcalde del Ayuntamiento de El Ferrol. No me extraña que, con tan brillante y largo historial gallego, este gobierno progresista se fijara en ella para ser ministra. Además, hija de un militante del Partido Comunista de España, dice que el recuerdo más feliz de su infancia fue, cuando a los cuatro años Santiago Carrillo le besó la mano. Con ese detalle, casi me parece poco lo de ministra y creo que se habría merecido una de las vicepresidencias del Gobierno. ¡Ah! El que sufra un ERTE ya sabe que no es un parado. Lo ha dicho la señora ministra, que no os enteráis de nada, queridos compañeros.

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