Barbosa: "La cesta de la compra está igual de prohibitiva que como la dejamos cuando nos fuimos de vacaciones"
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¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa, en nombre de la gente que hace posible 'Herrera en COPE' en este miércoles 31 de agosto de 2022.
Se acaba el mes de agosto, se nos acabó de tanto usarlo y ahora lo que toca es descorrer la cortinilla, a ver qué nos depara septiembre. Que lo bueno de que te metan mucho miedo con algo, es que, normalmente, como te preparas para lo peor luego resulta que, a lo mejor, tampoco es para tanto.
Así que, por favor, que no se me asuste nadie, que mañana queremos tener las filas prietas para lo que haya de venir, y para dar la bienvenida a la nueva temporada radiofónica. Porque miren, pase lo que pase este curso político y económico, lo que tenemos asegurado es que, aquí, nos lo contará el líder, el comunicador más influyente de la radio española, como es Carlos Herrera.
Que fíjense, le han faltado solo unas horas para poder hacer su primer remember de la temporada, su primer “recordad, mis queridos niños” de esos que tanto le gustan a Herrera, cada vez que hay ocasión de bucear un poco por los meandros de la historia.
ADIÓS MIJAIL GORBACHOV
Y lo cierto es que la noticia que conocíamos a última hora de la noche es de las tienen su impacto. Como venimos contando, a sus 91 años, ha muerto Mijail Gorbachov. Se ha muerto, el hombre de la mancha en la frente, el último líder de la Unión Soviética. El tipo que, en los años 80, entendió que la URSS necesitaba una apertura económica y que esa apertura económica pasaba por una mayor transparencia.
Pero aquella Perestroika y aquella Glasnost acabaron chocando con la realidad: porque tratar de mantener el comunismo como sistema político, pero abriendo su economía, pero sin emplear la violencia -como sí la empleó China en Tiananmen- todo eso, al mismo tiempo, era imposible.
Así que Gorbachov se perdió en el laberinto de sus propias contradicciones. La de un idealista que, seguramente de corazón, deseaba una mayor apertura democrática, pero sin dejar de ser comunista.
Gorbachov lo mismo te hablaba de economía de mercado y libertad, que te decía que el problema de la URSS era Stalin, y que lo que había que hacer era volver a Lenin. Figúrense: Lenin, uno de los mayores genocidas y enemigos de la democracia que que ha conocido Occidente.
Así que Gorbachov posiblemente fue merecedor del Nobel de la Paz porque permitió que la Europa del Este se quitara las cadenas del Pacto de Varsovia y porque, pudiendo hacer un Tiananmen en Lituania, cuando Lituania se levantó en armas por su independnecia, en lugar ordenar un aplastamiento militar, acabó contemplando como aquella amalgaba de naciones que era la Unión Soviética se fue disolviendo.
Hoy vamos a seguir dedicando unos minutos a la figura de Gorbachov, porque del imperio que se disolvió entre sus manos, surgió la Rusia que nos tiene como nos tiene.
Y es que, hubo un agente del KGB, que trabajaba en la Alemania Oriental, que nunca perdonó a Gorbachov que no empleara la mano dura para mantener el imperio soviético. Se llamaba Vladmimir Putin y el resto es historia conocida.
LA CESTA DE LA COMPRA SIGUE SUBIENDO
Bueno, tanto nos influye Putin que hoy en el supermercado no se va a hablar de otra cosa.
Eh, esas dos señoras que aprovechan que están jubiladas para ir los viernes temprano a hacer la compra de la semana y así no encontrarse con mucha cola en la caja y en lo que están palpando la madurez de los tomates en rama o seleccionando las mejores judías verdes, una que le dice a la otra:
-Mari, ¿tú sabes a qué hora cierra hoy Putin el gasoducto con Alemania?
-Pues, mira, Gertrudis, me ha dicho mi yerno que ya lo ha cerrado a las tres de esta madruga y que, ahora vamos a ver si lo abre el viernes, como está previsto porque, a mí no me gusta de criticar, pero de ese hombre no te puedes fiar.
Bueno, yo no sé si ustedes han presenciado conversaciones de este tipo, pero ya les digo que, en todo caso, la inflación sigue siendo el tema que está sobrevolando el ambiente. Y está todo tan interconectado que, efectivamente: que Rusia maree la perdiz con la nueva revisión del gasoducto con Alemania (otra supuesta revisión, ya van tres este verano) puede acabar afectando a los productos que usted y yo podamos comprar en la tienda debajo de casa.
Miren, yo no sé si la gente habla de Putin o del gasoducto en el supermercado, pero lo que sí notamos todos, tras haber vuelto de veranear, es que la cesta de la compra está igual de prohibitiva que como la dejamos cuando nos fuimos de vacaciones.
Si algo ha venido a confirmar el dato adelantado del IPC de este mes de agosto que hoy termina es que la inflación sigue insoportablemente alta: en un 10’4%, que supone una bajada de cuatro décimas interanual, pero que respecto al mes de julio, todavía podríamos decir que ha subido una décima.
Si comparamos “de agosto del año pasado a este agosto”, el IPC baja cuatro décimas respecto a la comparación de julio a julio, que nos dejó el 10’8. Y esa ligera caída se debe, sobre todo, a que los combustibles han bajado ligeramente en la segunda mitad del verano.
Pero, por desgracia para todos, la mayoría de productos siguen disparados. De ahí, que la inflación subyacente, no sólo no haya bajado, sino que ha subido para ponerse en el 6’4%. Y ya saben que la subyacente es la que no se deja deslumbrar por la subida coyuntural que hayan podido sufrir los precios de la energía o los alimentos frescos.
Es decir, la subyacente te dice hasta qué punto se ha “contaminado de inflación” toda la cadena de productos elaborados. Porque una cosa es que, por un asunto puntual, la gasolina se ponga por las nubes; y otra es que, porque la crisis energética se ha enquistado, al final el paquete de arroz o el bote de tomate que compramos en el súper, también suban para compensar los costes. Y eso es lo que todos comprobamos en el día a día cuando vamos a comprar.
El caso es que, hoy habrá que seguir escuchando discusiones bizantinas sobre si la inflación sigue muy alta o por fin se está moderando. A esta última teoría se ha sumado Nadia Calviño, que hace bien tratando de insuflar algo de optimismo a la opinión pública. El problema de la vicepresidenta económica es que, si uno mira el historial de sus predicciones desde que comenzó la inflación, podríamos decir que se ha convertido, muy a su pesar, en una especie de Fernando Simón de la inflación.
Si dijo que la inflación iba a ser algo puntual, de puntual nada. Si dijo que la inflación ya había tocado techo en abril, a partir de abril siguió subiendo. Bueno, ahora dice que esto ya se está moderando. Aunque con matices.
La vicepresidenta es optimista, pero como empieza a estar escaldada de “predicciones fallidas" ya comienza a cerrar sus reflexiones con una cierta prudencia: “esto está bajando, pero dependerá de la guerra”. Como efectivamente, dependía de la guerra en abril, cuando algunos fueron demasiado optimistas, dando por hecho que esto ya había tocado techo.
El techo por desgracia, no lo conoce nadie, porque va a depender de lo que pase con la guerra y con el suministro de gas este otoño-invierno. Y Putin, ya han visto, hace tres horas, nuevo corte del gasoducto; en teoría, para una revisión. Que no ha habido un gasoducto que necesite más revisiones que “el único que todavía suministra gas a Alemania, procedente de Rusia”, qué casualidad.
Y dicen los rusos, con sorna, que si se produce algún retraso a la hora de abrir el gasoducto, o de solventar cualquier avería, que eso será culpa de las sanciones europeas.
Lo cual da qué pensar: porque si las sanciones están haciendo daño a Moscú pero ya ven que los rusos no pierden el humor negro o el sarcasmo; y, de momento, lo que ha saltado por los aires no es la economía rusa sino, nada menos que el sistema eléctrico europeo.
Hoy el megavatio-hora en España vuelve a marcar un nuevo máximo, desde que se aplica el tope del gas: 476 euros. El gas baja un poco y se pone en 223. Pero es que, en el resto de Europa están peor, en Francia, con los problemas técnicos de sus nucleares, la luz se pone en mil euros y Alemania en 700.
Y esto se presta a más debates absolutamente deprimentes, porque los hay que aprovechan esta coyuntura para decir que esto demuestra que el tope del gas es la solución, cuando lo que se está demostrando, en España, es que el tope del gas es, simplemente, un parche que, al final, tenemos que pagar los clientes del mercado libre en diferido, con unos guantazos con la mano abierta que están empezando a llegar, ahora, a nuestra facturas.
Pero es que los hay también que siguen diciendo que esto lo que demuestra es que el mercado no funciona, que “hay que ver” el mercado lo lioso que es, si nosotros no intervenimos en él con decisión.
Pero vamos a ver: si al mercado le habéis puesto más cadenas a Judini, no dejáis que según qué fuentes de energías baratas presten servicio, subvencionáis con dinero otras fuentes cuya eficiencia todavía no es la necesaria, desincentiváis las fuentes de energía que, ahora mismo, son las más razonables en la ecuación coste-contaminación-rendimiento y encima, hasta la transición verde, lo basáis todo en el gas ruso sin haber previsto lo que podía hacer Rusia. Y ahora, cuando ese nudo marinero en el que habéis convertido el mercado eléctrico no funciona, resulta que es que ya le vale al “mercado libre”, dicen eue esto lo que demuestra es que tenemos que intervenirlo ¿Más todavía?
Desde luego, los hay que o no tienen sentido de la honestidad intelectual o no tienen vergüenza. Vamos, la vergüenza va por Italia, y ellos por Portugal. Es que ni se cruzan. Bueno, a todo esto, entre Italia y Portugal, tirando hacia el norte está Alemania y allí es donde P
a ver si consiguen que se
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Sánchez ayer sacó brillo a su perfil de dirigente europeo, recibiendo los piropos de Alemania que nos considera un amigo y aliado, a la hora de buscar nuevas maneras de hacer llegar el gas, que no sea ruso, al corazón de Europa. De momento, Francia ha dicho que está dispuesta a examinar la propuesta de dos pases amigos, dice,como son Alemania y España para retomar el proyecto del Midcat. Ya veremos qué pasa.
En todo caso, ese gasoducto, de hacerse y entrar en funcionamiento dentro de bastante tiempo, serviría, entre otras cosas, para llevar a Alemania gas argelino.Y ya han escuchado a Sánchez: lo de Argelia le sigue quemando como una patata caliente. Porque mientras los principales países europeos están estrechando relaciones con Argelia, él coge y los cabrea a cuenta del Sáhara.
Así que eso de que quiere ir a Argelia, pues él verá como lo hace porque se diría que la condición sine quanon sería enfadar a Marruecos, del que se ha convertido en rehén con su cesión del Sáhara, no sabemos a cambio de qué.
SÁNCHEZ RECOGE EL GUANTE DE FEIJÓO
Por cierto, una cosa que sí ha hecho Sánchez es aceptar el reto de Feijóo y acudir al Senado para hablar de energía. En el PP no están muy satisfechos, porque el gobierno ya lo ha dispuesto para que Sánchez sólo vaya a hablar del plan estratégico y no sobre la situación general de crisis económica y social que vive España.
Claro, el PP echa en falta un debate sobre el Estado de la Nación, pero aquí hay que reconocer que Sánchez no está obligado. No es culpa del gobierno que el PP tuviera que cambiar de caballo a mitad de carrera y que Núñez Feijóo no sea diputado. Y a estas alturas, conociéndole, no le vamos a exigir a Sánchez semejante ejercicio de deportividad.
LEY DEL ABORTO
Aunque miren, para malicia, la nueva Ley del aborto que ya va camino del Congreso. Una ley, sin consenso, sin el aval del poder judicial, y que sólo busca afianzar la cultura de la muerte… quitando incluso la posibilidad de que las mujeres reflexionen o tengan información alternativa…
Y ya sin que ni siquiera un padre o una madre pueda tener conocimiento de que su cría de 16 años coge un día el camino y se va a abortar, sin decirle nada a ellos y se obliga a los sanitarios a posicionarse ideológicamente al ser apuntados en una lista de objetores de conciencia, si no acceden a interrumpir la vida de los críos que están en camino de nacer.
Ahora no solo los sanitarios van a tener que posicionarse y arriesgarse a posibles prejuicios laborales si no aceptan practicar abortos, es que además la idea es garantizar que en todos los centros públicos haya una cuadrilla de médicos dispuestos a interrumpir una vida en camino.
Este verano muchos padres lo hemos comprobado: si el niño se te pone malo, en muchos pueblos o lugares de veraneo no hay pediatras para atender a los pequeños, y a eso no le dedicamos una ley. Pero para garantizar que haya gente, presta y dispuesta, a usar el aspirador, para arrancar una vida del útero de una mujer, eso sí lo garantizamos por ley.
Lo dicho, vivimos en la obsesión por la cultura de la muerte y del hedonismo. Y muchos, por más que cueste, seguiremos defendiendo que eso jamás podrá ser considerado un avance.