"Si hubiera que buscar una palabra para definir a Rubalcaba, creo que elegiría el término listo"
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Me produce una indefinible molestia escuchar opiniones sobre personas que están luchando contra la muerte, porque parece un anticipo de la derrota, pero también es cierto que el silencio respetuoso podría tomarse por indiferencia. Y es muy difícil permanecer indiferente ante Alfredo Pérez Rubalcaba que, muy cerca de donde vivo, está dedicado a la batalla más importante, que es la batalla por la vida.
Si hubiera que buscar una palabra para definirle, creo que elegiría el término listo. Muy listo. Ser listo es poseer una inteligencia pragmática, y aunque él poseía también la inteligencia abstracta que le llevaría a la investigación científica y al doctorado, fue en la política donde adquirió una brillantez que reconocían amigos y enemigos, y eso que en España el reconocimiento de los méritos por parte de los amigos y conmilitones es bastante difícil de lograr.
A mí siempre me produjo la impresión de que, excepto en el caso de Felipe González, sus jefes siempre estaban por debajo de él, y esa situación fue paradigmática con algún presidente de gobierno, incluso con muchos de los candidatos que apoyó a la secretaría general, y que siempre salían derrotados. Pero su capacidad para moverse en el área política era de tal habilidad que Joaquín Estefanía, que lo conocía muy bien, decía que lo que más asustaba era que regateaba tan bien, que siempre le daba miedo dde que fuera a meter un gol en la puerta propia. La Federación Socialista Madrileña tuvo un brillante caladero en el Colegio del Pilar, del barrio de Salamanca, y de allí salieron personas tan brillantes como Javier Solana o Alfredo.
Con luces y sombras, como es la vida de cualquiera de nosotros, en esos regates puede que a veces descarrillara en alguna ocasión montado en los trenes electorales, pero también es cierto que en las cuestiones de Estado -ETA, monarquía parlamentaria, unidad de España- jamás albergó ninguna duda ni le cupo la menor vacilación.
Alfredo es tan seductor como era Adolfo Suarez en la corta distancia, y si te dice nos tenemos que ver más a menudo, eso quiere decir que pasarán tres o cuatro años, antes de que suceda, pero, aunque lo sepas, quedas agradecido, porque su sonrisa permanente es cordial y no te miente, sino que le gustaría hacer lo que la agenda no le va a dejar.
No, no me gusta hablar de las personas que están luchando contra la muerte, pero Alfredo nunca, ni en ninguna parte, ha pasado inadvertido, y sería extraño que en un día como hoy eludiéramos lo que sucede, aunque la intención sea de respeto.