Los ‘huevos de oro’ de las gallinas utreranas: más proteínas, grasas insaturadas y vitamina E

Podría decirse que las gallinas utreranas son las gallinas de los ‘huevos de oro’ porque tienen más proteínas, más grasas insaturadas y vitamina E

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Los ‘huevos de oro’ de las gallinas utreranas: más proteínas, grasas insaturadas y vitamina E

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Científicos andaluces han realizado un estudio en el que han descubierto que los huevos de las gallinas utreranas tienen más proteínas, más grasas insaturadas y más vitamina E.

Las gallinas utreranas están en peligro de extinción, solo quedan 1536 ejemplares repartidos entre Córdoba y Sevilla. Se cría en el suelo, en el campo, con alimentación a base de grano natural, insectos y hierbas.

María Esperanza Camacho es la autora del estudio en el que han participado distintas instituciones como el de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (IFAPA) y la Diputación y la Universidad de Córdoba. Dice María Esperanza en 'Herrera en COPE' que las conclusiones de este estudio “ha sido una sorpresa un poco un poco esperada porque ya hay estudios científicos que siempre apuntan a que la cantidad está estrechamente relacionada con la calidad, entonces al ser unas gallinas estas de Utrera que no habían estado sometidas a procesos selectivos para la producción intensiva, para producir un gran número de huevos y de un gran tamaño, pues lo esperado era lo que nos hemos encontrado. Que tiene unas características bien definidas frente a una línea comercial que es con quienes las hemos comparado: la misma alimentación, de manejo, exactamente en las mismas condiciones se han analizado los huevos de unas y otras y ahí han saltado las diferencias que no entramos ni en mejor ni peor, sino que unas serán aptas para una cosa y otros para otras”.

Cuenta la investigadora que el origen de esta raza “se remonta a hace casi un siglo cunado un criador de Utrera, Joaquín del Castillo, empezó a recopilar gallinas que había por los cortijos, por toda la campiña del Guadalquivir y creó en sus gallineros cuatro plumas negra, ala blanca, la perdiz y la franciscana. Eso fue hasta los años 40 con muy buenas perspectivas, llegaban a algunos concursos de aquella época con registros de hasta 180 de huevos al año. Pero vino el desarrollo de la avicultura industrial con las líneas comerciales híbridas y aquello desapareció”.

Sin embargo, sigue contando María Esperanza “cuando empiezan los programas de España y de la UE de conservación de razas, de biodiversidad, de la búsqueda del consumidor de otras características que no es solo la cantidad, buscamos la calidad y es entonces ahí ha encontrado otra vez vuelta al sector”.

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