La palabra que Mario Alonso Puig propone eliminar de tu vocabulario para ser más positivo en tu día a día: "El problema de esta expresión..."

Como todos los viernes, el doctor Mario Alonso Puig nos ayuda a descubrir más sobre nosotros mismos y, en esta ocasión, sobre la importancia de manejar el lenguaje

Redacción Herrera en COPE

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El lenguaje se lleva estudiando muchísimo tiempo y lo que sí sabemos es que la ciencia nos dice que el lenguaje importa, no solo para comunicarnos, sino que las palabras que utilizamos tienen un efecto concreto en el cerebro, de quien las recibe, y también de quien las pronuncia.

Es viernes y, como todas las semanas, tenemos una cita con el doctor Mario Alonso Puig para reflexionar en 'Herrera en COPE' sobre distintos temas relativos a nuestro cuerpo y nuestra mente. En esta ocasión, las palabras toman el protagonismo.

"El lenguaje no podemos verlo como palabras aisladas, sino como palabras absolutamente conectadas con imágenes, con sensaciones y con emociones. Por tanto, afectan directamente a cómo tú estás viendo la realidad y, por consiguiente, a cómo te estás relacionando con esa realidad", explica el doctor. 

Cuidado con lo que nos decimos a nosotros mismos

Un ejemplo claro de cómo nos afecta el lenguaje lo propone Alberto Herrera y tiene que ver con el entrenador de tenis, Patrick Mouratoglou, (entrenador de Serena Williams y ahora de varios números uno): "Hay una cosa que pasa en el tenis, entiendo que con otros muchos deportes también, que cuando fallas tres seguidas o cuatro, yo soy muy de decirme qué malo eres". 

El entrenador entonces era más partícipe de cambiar ese "qué malo eres" por un "sé hacerlo bien". En este caso, la clave para Mario Alonso Puig reside en que "el verbo ser es un verbo que es ontológico. Quiere decir que está describiendo una identidad. Si tú dices qué malo soy, estás estableciendo que ser torpe en el tenis te define a ti". 

De esta manera, nos afecta mucho más. Sin embargo, lo que propone Mario Alonso es sustituirlo por "qué golpe más malo he dado", ya que, así, "no te estás identificando. Estás diferenciando lo que tú eres con lo que has hecho".

Palabras que afectan más de lo que pensamos

"Cuando yo ejercía como cirujano en Boston, me enteré que en mi universidad habían llevado a cabo un estudio en el cual con voluntarios habían puesto en una pantalla palabras distintas", comenta. Cuando las palabras eran negativas, se producía un aumento del cortisol. "El cortisol es la hormona del miedo".

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Las palabras pueden aumentar nuestro cortisol sin darnos cuenta

Por otra parte, cuando cambiaban las palabras a unas positivas, "palabras que no inmovilizaban a la persona, que no la hacían caer en la desesperanza o en la impotencia, el cortisol bajaba". 

"Esto es de una importancia extrema, es decir, si tú dices problema, ya empiezas a liberar cortisol. Si dices desafío, empiezas a liberar adrenalina, que es una hormona que te pone las pilas", explica Mario Alonso Puig.

Las palabras que deberíamos suprimir en el día a día

Hay una serie de palabras que el doctor Mario Alonso Puig recomendaría borrarlas, no utilizarlas. Por ejemplo: "Pero". 

Si decimos: "Alberto es una persona muy agradable, pero...", ese "pero" borra lo anterior. Esto se debe a que tiene un efecto negativo. "Es muy raro que yo utilice esa palabra. Yo la cambio por "Y además". 

La segunda expresión que la borraría del diccionario es "Es que". "Es que hace mucho calor, es que hace mucho frío, es que mi pareja hoy está insoportable... Claro, ¿Cuál es el problema de esta expresión? Ponen inmediatamente a uno como víctima de una circunstancia".

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Cambiar una expresión cambia la actitud

Por eso, Mario Alonso Puig propone sustituirla por "Hay que". De esta manera, conseguimos salir del victimismo. "Hay que hacer algo para saber qué le pasa a mi pareja, hay que hacer algo para que mis hijos se tranquilicen... Te ponen una posición de protagonista que cambia incluso la propia bioquímica". 

La última expresión lingüística que es muy importante cambiar es "Solo me queda" y habría que cambiarlo por "Aún me queda". "Cuanto tú metes escasez en la mente, pones el cuerpo en situación de alarma y empiezas a liberar cortisol".

"Si tú dices, aún me quedan cinco minutos, inmediatamente empiezas a sentirte más relajado, empiezas a sentirte más tranquilo...", explica. Así, puede ser una ayuda para situaciones como una presentación en público con límite de tiempo.

Puedes escuchar la sección completa en el audio adjunto.