Antonio, el chatarrero "de Estrella Michelín" que cambió el metal por los fogones gracias a Cáritas Cartagena

Es uno de los más de 1.000 alumnos que han pasado por ¡EH!, la Escuela de Hostelería de Cáritas Cartagena y participa en la campaña 'Sabor a Cuaresma'

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Antonio, el chatarrero "de Estrella Michelín" que cambió el metal por los fogones gracias a Cáritas Cartagena

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La diócesis de Cartagena le va a poner "sabor" a esta Cuaresma a través de una serie de vídeos con recetas propias de este tiempo que han sido grabados en la cocina de la Escuela de Hostelería de Cáritas Diocesana. Hoy te traigo la historia de Antonio, uno de los protagonistas de esta campaña, que ha sido alumno en ¡EH!, la Escuela de Hostelería de Cáritas Cartagena.

Antonio llegó a ¡EH! en 2017, cuando llevaba 5 años yendo a su Cáritas parroquial a pedir comida para su mujer y sus hijos: "En aquellos tiempos, nosotros estábamos pasándolo mal y, entonces, decidimos pedir alimentos a Cáritas. Con mucha vergüenza, porque fuimos y les pedimos alimentos, porque no teníamos nada con lo que alimentarnos".

Antonio nació y vive en La Ñora, cerca de Alcantarilla, en Murcia. Dejó el colegio en 5º de Primaria y es padre desde hace 18 años, cuando nació José, el primero de sus diez hijos. Un día, sentado en el salón con su mujer decidió comenzar de cero y dedicarse a la cocina profesionalmente: "Viendo un programa de televisión de cocina, le dije a mi mujer: 'Nena, nuestra salida está por ahí', pero no sabía cómo acceder a un curso de cocina. Entonces, fui y se lo comenté a los de Cáritas de mi pueblo, y ellos me dieron la formación y me trajeron a la Escuela de Hostelería de Cáritas, que fue lo más".

Antonio se dedicaba por aquel entonces a la chatarra en la Región de Murcia, como hacían todos sus familiares. Una actividad con la que no ganaba lo suficiente para vivir: "Mientras estaba haciendo el curso, recogía por las noches chatarra para poder alimentar a mis hijos porque, al venir al curso, no podía buscarme la vida para poder darles de comer a ellos. Entonces terminaba el curso por la noche y me iba a recoger chatarra, y por la mañana la vendía. Había días que vendía mucho y había días que no ganaba nada, ni para comprar el pan".

Loli, su mujer, ha sido su gran apoyo en todos estos años. Ella siempre confió en él y lo animó a cambiar de actividad. También sus hijos, con los que comparte afición por la cocina. Cuando Antonio entró en la escuela tenía cinco hijos, pero la familia ha crecido y ahora son diez. El más pequeño, Josué, que nació hace 1 año y medio: "En casa cocinamos todos juntos. Uno se pone en el fregadero, otro se pone a cortar patatas, la Loli, como siempre, 'lo estáis ensuciando todo'... 'ahora lo limpiamos', le decimos, y pongo a uno fregando platos, a otro cortando las patatas, a otro haciendo otra cosa... Según como yo pise, pisarán mis hijos detrás. Según como yo ande, así harán mis hijos".

Antonio reconoce que tiene una familia demasiado grande para lo que es habitual. Por eso no pudo llevarlos a todos a la ceremonia de uno de los días más importantes de su vida: la graduación de la escuela de hostelería de Cáritas Cartagena: "¡Buah, eso fue brutal! No hay palabras para poder expresarlo. Tener el título en la mano para mí es lo más, es una Estrella Michelín, porque de no tener nada a tener una formación y un título... es mucho".

Una vez terminó el curso, trabajó durante cuatro años en el restaurante Los Juncos, en Molina de Segura. Y ahora es jefe de cocina en el bar David, en la localidad de Librilla: "Ellos mismos no me dejaron de la mano. Me derivaron a otro restaurante, Los Juncos, en Molina del Segura. Allí estuve cuatro años, trabajando con ellos. Y ahora estoy en el bar David, como cocinero".

La especialidad de Antonio son las carnes a la brasa, los asados y los arroces. Pero si tiene que elegir un plato favorito, ese es la dorada con espina de queso, una receta que le enseñó uno de sus profesores, Paco García, con el que mantiene una relación especial: "Quiero darle las gracias a Cáritas, por la oportunidad que me dieron para poder ser cocinero como soy hoy en día. Especialmente, a Paco García. Es mi mentor, el más grande que hay en este mundo para mí. Hasta tengo una cría que se llama como él. Desde hace ocho años no me ha dejado, y cuando descuelgo el teléfono para llamarlo, siempre está".

Por la Escuela de Hostelería han pasado más de 1.000 alumnos desde que abrió hace 6 años. Para celebrar este aniversario, la Delegación de Medios de la Diócesis lanza la campaña 'Sabor a Cuaresma', en la que Antonio es uno de los protagonistas.

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