En 'La Linterna de la Iglesia'

P. Francisco José Ferrer, misionero de la OCSHA: "No arreglamos los problemas, pero los podemos aliviar"

En el Día de Hispanoamérica, la Iglesia en España celebra la presencia de tantos misioneros diocesanos anunciando la buena noticia en aquellas tierras

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P. Francisco José Ferrer, misionero de la OCSHA: "No arreglamos los problemas, pero los podemos aliviar"

Redacción Religión

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Este domingo, la Iglesia en España celebra el Día de Hispanoamérica con el lema 'Con María, unidos en la tribulación'. En su mensaje para esta jornada, el cardenal Marc Ouellet, presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, nos recuerda que, ante la pandemia del coronavirus, todos estamos en la misma barca y nos pide que nos unamos en lazos de fraternidad, de colaboración desinteresada, de generosidad y de cuidado mutuo.

El Día de Hispanoamérica, que se celebra en España desde hace 62 años, es una oportunidad para estrechar lazos con las iglesias locales de Latinoamérica y para recordar a tantos misioneros que marcharon a aquellas tierras a llevar la Buena Noticia, pero especialmente, a los sacerdotes diocesanos que lo han hecho a través de la Obra de Cooperación Sacerdotal Hispanoamericana, la OCSHA. Actualmente, son 178.

Uno de los sacerdotes que forman parte de la OCSHA es Francisco José Ferrer. Él es sacerdote diocesano de la archidiócesis de Valencia y ha realizado su labor misionera en Perú. El padre Francisco José asegura que su vocación misionera le llegó prácticamente a la par que su vocación sacerdotal. “Mi vocación sacerdotal me vino por el testimonio de otros sacerdotes, y la vocación misionera me llegó por el testimonio de muchos misioneros que venían al seminario a contarnos lo que hacían”, ha explicado en 'La Linterna de la Iglesia'.

El padre Francisco José estuvo en Perú durante 6 años, en Lima, concretamente en el distrito de Comas, uno de los más pobres de la capital. “Lima son kilómetros y kilómetros de asentamientos humanos, adonde llega la gente del interior del país o de la selva, y simplemente hace cuatro paredes con madera y eso es su casa, sin agua y sin luz, durante, a lo mejor, diez años. Hay mucha pobreza”, describe el sacerdote valenciano.

La Iglesia trata de aliviar el sufrimiento de toda esa gente que ni siquiera tiene un lugar digno en el que vivir. “Nosotros somos como una gota en el océano. Vamos y volvemos y los problemas siguen. No los podemos arreglar, pero los podemos aliviar”, explica el sacerdote. “En nuestra parroquia, pusimos en marcha Cáritas, un dispensario médico con una doctora que venía gratis, existía ya un comedor social para ancianos... y todo eso intentaba ayudar algo, pero esa era la gota de agua que nosotros podíamos ofrecer al barrio”, ha señalado el padre Francisco José.

Reconoce que se ha traído a España el recuerdo de todas estas personas que ha conocido durante sus años como misionero. “Nos seguimos llamando, hablando por WhatsApp... con el tema de la pandemia hasta me dicen la gente que va muriendo de la parroquia. Algo que también me ha aportado mucho es aprender a acoger a personas de otra cultura distinta a la mía. Te va dando paciencia en muchos aspectos de la vida, en muchas cosas. Vi mucho sufrimiento a mi alrededor, pero también mucha humanidad. Mucha gente que te estimula a seguir entregándote”, apunta el sacerdote.

“Hace muchos años que la Iglesia en España ha enviado sacerdotes diocesanos para colaborar con las diócesis donde faltan sacerdotes, donde la mies es abundante y los obreros son pocos. Celebrar este día es rezar por todos los que están y rezar por todos los que en el futuro puedan ir. No sólo sacerdotes. También religiosos, religiosas, laicos... que puedan hacer esta experiencia de entrega. Dios es el que va marcando la vida y los tiempos”, ha concluido el padre Francisco José Ferrer.

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