En 'La Linterna de la Iglesia'
Irene Pozo, sobre la vida contemplativa: "Trabajan duro por mantener la esperanza de muchos de nosotros"
A las puertas de la Jornada Pro Orantibus, la directora de 'La Linterna de la Iglesia' reflexiona sobre el papel que la vida contemplativa tiene en el mundo
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Agradecimiento y emoción. Quizá sean dos palabras, dos sensaciones, que desde esta tarde me acompañan. Agradecimiento por saber que navegamos juntos; emoción porque alguien me ha recordado que la Iglesia camina y que la sinodalidad, de la que tanto hablamos últimamente, es algo más amplio de lo que nos podemos imaginar.
He tenido oportunidad de moderar un coloquio centrado en la Vida Contemplativa, un encuentro con la mirada puesta en la Jornada Pro Orantibus que celebramos el próximo domingo, y un lema que dice mucho de este tiempo: ‘La vida contemplativa, cerca de Dios y del dolor del mundo’.
Y he podido comprobar, escuchando a cada uno de los testimonios, cómo ese dolor, ese sufrimiento que venimos experimentando en la sociedad, ha traspasado los muros de conventos y monasterios. No hablo sólo de la enfermedad. Ellos han sabido acompañar y estar – una vez más- en los problemas de la humanidad.
Una vida silenciosa, de oración, retirada, una vocación poco conocida, quizá poco entendida, pero algo fundamental en la vida de la Iglesia.
Hemos hablado de misericordia, de fraternidad, de familia, de encuentro, de unidad, de conectar con Dios, de estar en comunión con todo… y de no perder la fe y mantener la esperanza de vida.
Empatizar con los problemas del mundo a través de la oración, acompañar desde la más profunda humildad, tejer los hilos del presente para reconstruir el futuro…en definitiva ponerse al servicio de las necesidades con la mirada del Evangelio.
Ha sido un encuentro de gran riqueza, de saber que están ahí, junto a ti y junto a mi, con sus problemas, con sus tareas diarias… Que son personas que un día buscaron a Dios de otra manera, como tú y como yo. Que trabajan duro por mantener la esperanza de muchos de nosotros. Y que su sonrisa, y su alegría, y su forma de soñar la Iglesia, deja también un mensaje de sentido a la vocación y de fraternidad que muchos de nosotros deberíamos imitar.
¡Qué sería el mundo sin la oración! Ellos rezan por nosotros, hagamos también un hueco en nuestras oraciones en agradecimiento a su labor.