Expertos en vehículos eléctricos aclaran si realmente en 2035 se dejarán de vender coches de combustión
Álvaro Sauras, vicepresidente de AUVE y Arturo Pérez de Lucía, de AEDIVA, explican en La Linterna las consecuencias del parón de las ayudas del decreto ómnibus
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El famoso “decreto ómnibus”, rechazado y que escondía hasta 40 medidas en un mismo decreto ley, incluía la subida de las pensiones, las ayudas al transporte público o a los afectados por la DANA o incluso la prórroga del Plan MOVES III, las ayudas a la compra del vehículo eléctrico.
Una ayuda que puede llegar a alcanzar hasta los 7.000 euros si se procede al achatarramiento de un vehículo de combustión o 4.500 si no se entregaba un coche antiguo a cambio. Pero ahora, con el rechazo de este decreto, las ayudas se desvanecen de la noche a la mañana. Y eso está provocando algo de miedo en los nuevos compradores.
La caída de las ayudas se produce en un momento especialmente sensible para la industria automovilística, que este año afronta un endurecimiento de los límites de emisiones de CO2 por kilómetro de los coches nuevos. Los fabricantes tendrán más problemas para conseguir dichos objetivos de reducción de emisiones y se verán abocados a pagar posibles multas.
El fin del parón de las ayudas a eléctricos
El fin de esta ayuda puede hacer que retrase todos los pronósticos marcados por Europa. Y es que, a quien no se le haya concedido su solicitud para cobrar una ayuda a la compra bajo el paraguas del Plan MOVES III se puede encontrar con la desagradable noticia de que es probable que no la reciba.
Sin el apoyo al decreto ómnibus en el que se contemplaba esta prórroga que ya estaba activa, todo queda en el aire. Álvaro Sauras es Vicepresidente de AUVE, la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos, señala en La Linterna que la incertidumbre de las ayudas “hace que, aunque sean súper deseables, no sean tan útiles, y que ocurra estas cosas le quitan impacto”.
¿Se dejarán de vender coches de combustión en 2035?
Explica que todo el mundo está obsesionado con la cifra del 2035, “como si estuviese algo en juego en pasarse un día o hacerlo un día antes”. En realidad, el plan que tiene la Unión Europea, señala Sauras, es una reducción progresiva de las emisiones de CO2 de los vehículos que se venden. “Al poner esa senda de reducción que tiene que pasar en el año 2030 por 42 gramos de media y en 2035 por 0 gramos de media, lo cual virtualmente prohíbe el motor de combustión, está obligando a los fabricantes a planificar sus lanzamientos para ir más o menos por esa senda”, aclara.
Así, y aunque ahora mismo la Unión Europea dice que no va a ser 2035, va a ser 2040 o 2050, “no va a afectar sustancialmente a los planes de los fabricantes, porque un fabricante es como un gran avión que se está dirigiendo una pista de aterrizaje”. “El hecho de que tú le alargas la pista no le simplifica el aterrizaje, porque lo lleva planificando desde hace mucho tiempo y piensa tocar el suelo en el mismo sitio, independientemente de lo que hagas cuando ya estamos tan cerca del límite que en términos de automoción, 10 años, es un tiempo relevante, 5 es un tiempo insignificante”.
En conclusión, el portavoz de AUVE asegura que, si en 2030 los fabricantes consiguen pasar por el límite de 42 gramos, “no va a tener sentido que sigan vendiendo motores de combustión en 2035, ni siquiera aunque les dejen”. “El esfuerzo ya va a estar hecho”.
La gente está muy obsesionada con si dejarán de venderse coches de combustión en 2035"
Vicepresidente de AUVE, la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos
El precio de las recargas rápidas
La falta de ayudas a la compra está poniendo nuevas piedras en un camino muy poco asfaltado. Además la medida también afectaría a la industria ya que somos uno de los países que más automóviles fabrica. Arturo Pérez de Lucía, director general de AEDIVA, la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica, explica a Expósito en La Linterna que la clave está en los parques de recarga.
“Hace poco inauguramos el mayor parque de infraestructuras de recarga de Castilla-La Mancha y preguntaba a un usuario por el precio del kilovatio ahora, le hice las cuentas con el precio más barato del combustible (gasolina y diésel) frente a recargar, con el precio más caro de esa infraestructura de recarga, y salía más barato recargar un vehículo eléctrico que recostar combustible”, apunta.
En cualquier caso, Pérez de Lucía, advierte de que existe una revolución industrial y tecnológica en la automoción enfocada el vehículo eléctrico conectado, compartido y autónomo. “El no impulsar a la industria automoción con inversiones necesarias para que refuerce ese tejido industrial y tecnológico, pues va a ser muy grave a nivel de consecuencias de las fábricas en España”.