Expósito: "La Constitución se enfrenta a su dinamitación desde dentro, desde el propio Consejo de Ministros"

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Pasado mañana, domingo 6 de diciembre, día de la Constitución. La Consti... Como en los chistes de Forges... La Consti cumple 42 años.

Desde que yo recuerdo, desde que empecé a ir a los actos conmemorativos tannnntos 6 de diciembre en el Congreso de los Diputados, siempre se sirvió la polémica sobre su reforma y readaptación a los nuevos tiempos y al nuevo mundo según se iban sucediendo los años.

El tema es que nunca, hasta ahora, se habló de su derrocamiento por la fuerza de los hechos. Nunca en estos 42 años, hasta ahora, se había hablado del cambio de régimen. De la eliminación del régimen del 78.

Aquello fue y es un inmenso pacto de convivencia. Fue y es el eje fundamental de la Transición, la Ley de leyes... y ha servido para combatir y derrotar a ETA, y para hacer fracasar dos golpes de Estado: el del 23 de febrero de 1981 y el del 1 de octubre de 2017.

¿Cuál es el problema? ¿Por qué asistimos, casi como si tal cosa, a un proceso de demolición del Régimen del 78 con la Constitución como excusa? ¿Qué diferencia este momento concreto de la historia de España con los años del terrorismo o con los dos golpes de Estado?

Pues muy sencillo. La gran diferencia es que el terror quiso acabar con la Transición a bombazos y tiros. El 23-F lo intentó con el clásico (y chapucero) golpe militar y el 1 de octubre lo pretendió con un referéndum de autodeterminación montado por una panda de lunáticos supremacistas.

El gran problema es que ahora se pretende hacer lo mismo desde el propio Consejo de Ministros. Con un presidente embebido de poder, gloria y marketing, con un vicepresidente enloquecido de chavismo y unos socios imposibles.

En este sentido, me resulta interesante el eterno debate sobre la comparación entre estos políticos nuestros y aquellos. No cabe duda que no cabe equiparación posible. Salvo honrosas excepciones... cada uno tendrá la suya. Pero a más a más... ¿Y los juristas? ¿Y los periodistas?

Aquella política tuvo una capacidad de perspectiva que se estudiará en los libros de historia política. Una altura de miras, una profundidad, generosidad y un patriotismo que sin duda ha quedado como un modelo para el mundo.

Pero... ¿Y el resto de la sociedad? ¿Los periodistas, sin ir más lejos y en general, estamos a la altura de aquellos colegas que plasmaron con su radio, sus telediarios y sus crónicas el minuto a minuto de la Historia de España?

Seamos sinceros. También en general... NO. Ni la política es comparable ni yo/nosotros tampoco.

Quiero pensar que no se pudo hacer de otra manera. Visto con 42 años de distancia, cualquiera se hace el listo, pero hay que ponerse en 1976, 77 y 78 para comprender la magnitud de la proeza. Un puzzle donde encajar nuestra idiosincrasia, la muerte de Franco, Europa y el futuro.

Y se hizo. Pero visto lo visto, creo que se cometió un error. Un grave error. Y fue confiar en la lealtad no de los firmantes, sino de los herederos de los firmantes.

Porque 40 años después los herederos de Carrillo han sido Pablo Iglesias y Garzón; los de aquel nacionalismo vasco, Otegui, y los herederos de Tarradellas fueron, por orden de aparición, Pujol, Arturo Más, Puigdemont.

¡Ah! Y como heredero de Felipe, Zapatero y Pedro Sánchez. ¿Qué puede salir mal?

Entre medias, cesiones de todos y cada uno de los gobiernos de España desde entonces hasta hoy. Cesiones de transferencias, competencias, vergüenzas y dinero. Muuuucho dinero. Pero eso sí, ninguna como hasta hoy. Donde desde el propio Consejo de Ministros se elogia el amor a España de quienes quieren reventar, tumbar, destruir y acabar con la propia España.

¿Y quién dará marcha atrás? ¿Acaso se podrá desandar este sindiós que estamos viviendo?

No lo creo. Puede que sea una consecuencia más del covid, pero junto a la crisis económica y a los efectos secundarios de la pandemia, padezco un grado importante de pesimismo... constitucional.

Y es que la Consti que cumple 42 años se enfrenta a un peligro mayor que los golpes de Estado o el terrorismo. La Constitución se enfrenta a su dinamitación desde dentro. Nada más y nada menos que desde el propio Consejo de Ministros.

¡AH! Y MI POSDATA: la clave de bóveda sigue siendo el jefe del Estado. Y van a por esa cúspide.

Se monta la parda porque un grupo de militares jubilados "guasapeen" una exageración... y tragamos con los homenajes a etarras, con chavistas en La Moncloa y con que los socios quemen la bandera, al Rey... y a la Constitución.

Desde dentro.

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