Diego Garrocho: "La obsesión de algunos pedagogos en que los alumnos lean en pantallas en lugar de libros ha resultado ser una deriva siniestra"
El profesor de Filosofía responde en La Linterna a la frase de Sánchez de que "las tecnologías no generan prosperidad por sí solas"
Madrid - Publicado el
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¿Es la tecnología un bien en sí mismo? Pues lo bueno de tener un presidente que dice una cosa y su contraria es que siempre puedes encontrar una frase de Pedro Sánchez con la que estás de acuerdo. Por ejemplo ayer el presidente afirmó: si la historia nos ha mostrado algo es que las tecnologías no generan prosperidad por sí solas. Sé que no todo el mundo estará de acuerdo con esta afirmación, pero a mí me parece ciertamente acertada. La tecnología nunca debería ser un fin en sí misma y su idoneidad debe evaluarse siempre en función de los propósitos a los que pretende servir.
La digitalización de hecho en muchas ocasiones se convierte en una coartada. Pongamos un ejemplo. En diciembre el gobierno aprobó más de 120 millones de euros para, atención, digitalizar los medios de comunicación. Una propuesta que vuelve a situar esta digitalización como un fin en sí mismo, cuando además se trata de un ámbito, el mediático, que ya está sobradamente digitalizado. Al menos yo no conozco ningún medio de comunicación que no lo esté y si existiera algo así como un medio analógico casi habría que protegerlo como una especie en extinción. Pero el desastre es todavía más evidente en el ámbito educativo.
Yo mismo he sido testigo de cómo la universidad pública dilapida fondos destinados a partidas finalistas para hacer de la digitalización un supuesto valor pedagógico. La obsesión de algunos pedagogos desnortados, que están absolutamente centrados en que los alumnos lean en pantallas en lugar de en libros, ha resultado ser en muchos casos una deriva verdaderamente siniestra. Cada vez hay más voces que subrayan el absurdo de llenar las aulas de pantallas digitales y de convertir la educación en otra coartada para justificar el fetichismo tecnológico.
Por eso creo que Sánchez tiene razón, la tecnología no puede ser un fin en sí misma. Lo que no tengo tan claro es que esta frase sea coherente con el uso casi fetichista que su administración y tantas otras hacen de la digitalización o de conceptos tan vacíos como el de innovación.