Antonio Herraiz: "No es extraño que desde el Gobierno se defienda a delincuentes como Pablo Hasel"

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La debacle electoral de PP y Ciudadanos en Cataluña ha puesto la mirada en sus dos líderes. En Pablo Casado y en Inés Arrimadas. Esto es habitual en cualquier ámbito de la vida. Cuando una empresa entra en quiebra, o cuando un equipo de fútbol encadena una serie de derrotas seguidas, se pide la cabeza del presidente de la compañía o la del entrenador.

¿Qué van a hacer en Ciudadanos después de dejarse por el camino 30 diputados en Cataluña? Inés Arrimadas va a seguir y va aguantar el tirón de los críticos en una formación a la que, cada vez, le quedan menos referentes.

¿Qué va a hacer Pablo Casado en el PP, una formación que de no ser por un candidato firme como es Alejandro Fernández podría haberse quedado fuera del Parlamento? Pues hoy Casado ha hecho dos anuncios. El primero, pasa por la convocatoria de una convención nacional este otoño. De momento, nadie en el PP habla en público de refundación. Mucho menos lo hace su presidente Pablo Casado que tampoco quiere ahora mismo valorar un posible acercamiento a Ciudadanos, para reforzar el frente del centro derecha en España.

¿Qué más ha hecho hoy Pablo Casado? Ha anunciado el cambio de sede que ahora mismo está en el número 13 de la calle Génova de Madrid. Quiere cortar cualquier relación con un edificio cuya reforma está siendo investigada. Así lo ha expresado: “Cambiaremos la sede nacional del PP de ubicación pues considero que no debemos seguir en un edificio cuya reforma se investigando esta misma semana en los tribunales”.

Es un gesto con una intención clara: cortar cualquier relación con el pasado y con todo lo relacionado con las acusaciones de su extesorero Luis Bárcenas, que sigue hablando de esa supuesta Caja B del PP y de la financiación irregular de esta formación.

¿Con el cambio de sede es suficiente? Evidentemente, no. Y si lo limitan a eso, al PP les espera una larga travesía por el desierto. Lo visto en Cataluña es solo un indicio, un señuelo de lo que les puede venir, salvando plazas consolidadas como puede ser Galicia. Hoy Casado ha dicho que “hay que tomar nota”, del resultado de Cataluña y de él depende y de su núcleo duro si quieren cambiar el rumbo del principal partido de la oposición.

Por lo demás. Hoy es noticia un joven de 33 años, de Lérida, que se hace llamar Pablo Hasél y que dice que es rapero. Ha entrado en prisión y la izquierda, incluido algún ministro como Alberto Garzón, lo reduce a un par de tuits y a alguna letra subida de tono en sus canciones en las que insulta a la Monarquía y se mofa de las víctimas del terrorismo. Esto tampoco nos extraña, que desde el Gobierno se defienda a un delincuente.

No. Pablo Hasel no ha sido detenido por un tuit ni por cantar. Acumula varias penas, porque este no es un proceso nuevo. Y una condena previa impuesta en el 2015 que no se ejecutó porque carecía de antecedentes penales. Ahora deberá cumplir 9 meses de prisión, seis años de inhabilitación y pagar casi 30.000 euros de multa por delitos de enaltecimiento de terrorismo e injurias contra la Corona y contra las instituciones del Estado. Esta mañana ha sido detenido en la universidad de Lérida donde se había atrincherado apoyado por varias decenas de seguidores. Ahora, a cumplir con la condena.

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