Un pueblo de Cuenca se queda sin bar y lo que ocurre 25 años después cambia la vida a sus vecinos
En el año 1993, el bar de Villar del Infantado cerró, pero sus vecinos tuvieron una idea revolucionaria que ha cambiado el pueblo para siempre
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Con el fin de semana a la vuelta de la esquina, muchos ya están pensando en ir a disfrutarlo a los bares con la familia y amigos. Y más, en estas fechas pre-navideñas. No sé si sabes que en España hay más bares por habitante que camas de hospital: algunas comunidades autónomas superan en locales de hostelería a países enteros.
En 'La Noche' de COPE ponemos la mirada en ellos, porque son fundamentales para nuestro bienestar emocional como centro de encuentro y reunión. Antonio Alcántara es uno de los miles de españoles que, cada mañana, se toma su cafelito. Pero antes tiene con el camarero su diálogo mañanero de cada día. Es una extensión de su casa. De hecho, queda allí con su nieto para hablar.
Y lo que le ocurre a Antonio le ocurre a una gran parte de la sociedad española. Que consideran a su bar de referencia su refugio, un lugar donde cada día nos reunimos con los nuestros. Está claro que España es un país de bares. Hay un local de hostelería por cada 170 habitantes. Y con esta cifra somos el número uno de la Unión Europea. Tenemos un total de 277.539 establecimientos gastronómicos, y casi todos son bares y restaurantes.
En esta ocasión, te explicamos por qué tiene tanta importancia esa función social de nuestros bares. Para ello nos trasladamos hasta un pueblo de Cuenca, Villar del Infantado. Hablamos con Ana María Gamboa, la alcaldesa de este pequeño municipio que nos cuenta la curiosa historia que esconde el bar de su pueblo.
La historia del bar de Villar del Infantado, un pequeño pueblo de Cuenca
En general, los españoles asumimos la importancia de ese café en compañía o esa caña amenizada con los chascarrillos de nuestros amigos. Necesitamos socializar, y los bares son el centro perfecto para hacerlo. Tanto es así que en una pequeña localidad de Cuenca decidieron que no podía desaparecer el bar.
Villar del Infantado es un pueblo pequeño, con 47 personas censadas, pero siempre ha necesitado un bar o centro neurálgico. ¿Cómo empezó todo? "La historia empezó en el año 93. Había un bar y cerró. Pensamos hacer algo e hicimos una asociación a la que se fue apuntando todo el pueblo. Pedimos una subvención, el local nos lo cedió el Ayuntamiento y desde entonces estamos funcionando", explica la alcaldesa.
Desde entonces, en esta especie de 'cuartel general' se dan varios tipos de servicio a los vecinos: "Hace como 5-6 años, se jubiló la persona que llevaba la tienda. Entonces lo hicimos más grande y tenemos un pequeño rinconcito para productos básicos como azúcar, aceite, viene el panadero todos los días. También es un poco el centro de recepción cuando viene un paquete o preguntan por alguien. No lo abrimos siempre, pero intentamos que esté abierto el mayor tiempo posible".
El local puede salir adelante gracias a la autogestión de sus vecinos: "Durante la semana, los pocos que habitan allí quedan a las 8 o así, se toman el café, revisan que la gente pueda bajar a por el pan, etc. El cartero deja el periódico. No tenemos un horario, sino que vamos según como la gente pueda. No tenemos cocina, pero sí lo típico para la cerveza, aceitunas, patatas, fiambre para hacer un bocadillo a cualquier persona que lo pueda pedir".