'Síndrome de Hubris', el trastorno psicológico detrás de la personalidad de Vladímir Putin

Un ego desmedido, una desconexión total de la realidad o una actitud arrogante son algunos de los síntomas de este síndrome y que Vladímir Putin tiene

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'Síndrome de Hubris', el trastorno psicológico detrás de la personalidad de Vladímir Putin

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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En las últimas semanas, el conflicto entre Ucrania y Rusia nos ha dejado imágenes devastadoras. Edificios destruidos, zonas bombardeadas, millones de ucranianos teniendo que abandonar sus casas para evitar daños personale, pero no son las únicas.

Seguro que recuerdas a Vladímir Putin reunido con Emmanuel Macron, cada uno en la punta de una mesa que mide más de cuatro metros. Esa fotografía y algunos comportamientos del presidente de Rusia han hecho que muchas personas especializadas en trastornos mentales se planteen que Putin pueda sufrir el “Síndrome de Hubris”.

Un ego desmedido, una desconexión total de la realidad o una actitud arrogante son algunos de los síntomas de este síndrome y que Vladímir Putin tiene. Todos estos síntomas están vinculados a puestos de poder. ¿En qué consiste este síndrome? ¿Realmente Putin lo padece? Para analizar esta cuestión, en 'La Noche' de COPE, nuestra psicóloga de cabecera, Macu Cortazar de la Cadiniere, ha explicado más detalle de este trastorno y también ha analizado si el presidente ruso lo padece.

"Putin está enganchado al poder"

"Putin está enganchado al poder", explica a EFE Ian Robertson, profesor de Psicología de la Universidad Trinity College de Dublín (Irlanda). El experto, cuyos trabajos en la materia son consultados por líderes políticos y empresariales, participa también en la Fundación Dédalo, dedicada a detectar en diferentes ámbitos de la vida pública la presencia del síndrome de Hubris (héroe griego que ensoberbecido por el poder se aleja de la realidad).

Cuando alguien presenta tres o cuatro de los 14 síntomas que definen este síndrome, saltan las alarmas. Putin, según Robertson, padece varios y algunos "muy marcados", como el "narcisismo extremo", evidente, por ejemplo, en la estatua de 20 metros de San Vladímir que hizo levantar junto al Kremlin en 2016 para "sentirse como un semidiós".

"Otro síntoma -apunta- se manifiesta cuando este tipo de personas identifica totalmente sus intereses personales con los intereses del país, así que lo que es bueno para ellos lo es también para la nación. No importa que estén muriendo decenas de miles de personas".

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