Fernando de Haro: "Los megabotellones son un problema de orden público y nos retratan"

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El volcán de La Palma ha vuelto a escupir lava, humo y cenizas, después de haber estado esta mañana parado durante un par de horas. Los terremotos de los últimos días ya son muy profundos, de 10 o 15 kilómetros. Ayer se incrementó la velocidad de la lava, lo que puedo provocar que ahora sí llegue al agua. Y por eso hay cuatro barrios de Tazacorte en los que los vecinos están confinados. Los bomberos intentaron la semana pasada salvar la Iglesia de Todoque.

Delante de esa Iglesia estuvimos la semana pasada haciendo parte de este programa. Ahora ha quedado sepultada por la lava. Ya ha pasado más de una semana desde que comenzara este desastre. Hay cerca de 6.000 personas que han perdido sus casas, no lo han perdido todo, pero han perdido muchas cosas. Después de una semana es fácil que se insinue una fatiga de la compasión en los que estamos informando y en los que estaís recibiendo noticias. La compasión, la auténtica compasión, la que no se fatiga está hecho de sentimiento pero no únicamente de sentimiento. Los sentimientos cambian con facilidad, a veces se evaporan.

La verdadera compasión está hecha de razones, razones más duras que la lava solidificada. Mal haríamos nuestro trabajo si nos dedicáramos solo a contar o alimentar sentimientos. Es difícil, pero se puede no sentir nada y saber que la gente de la Palma necesita ayuda. Y la va a necesitar mucho tiempo. En este mundo más líquido que lava se valoran muchos los sentimientos y muy poco las razones.

Y hoy aquí en 'La Tarde' de COPE vamos a intentar comprender las razones por las que los botellones, que no son solo botellones, se han convertido en una plaga. Este fin de semana se han producido tres noches de botellones multitudinarios que han acabado en violencia. Los políticos se han puesto a discutir si hay que abrir o no abrir el ocio nocturno. Cuando el problema no parece solo que no haya ocio nocturno en Cataluña. Las concentraciones de jóvenes para beber en la calle se han extendido por todo el país, incluso en ciudades o municipios donde se habían extinguido. No todos los jóvenes se dedican a botellones con violencia, la violencia en la mayor parte de los casos está provocada por grupos pequeños.

Pero querer justificarlos argumentando que los jóvenes necesitan vida social y desfogarse, o querer justificarlos argumentando que después de toda plaga llega la orgía es querer no mirar el problema. Los megabotellones son un problema de orden público, pero sobre todo nos retratan, no a los jóvenes sino a los adultos que los hemos educado o deseducado. Si quieres conocer a una sociedad tienes que mirar cómo pasa el tiempo libre, cómo se divierte, cómo es su ocio y esa voluntad de quemar la noche en alcohol, ese cogorzón rápido y barato se parece demasiado a una huida de la vida.

Herrera en COPE

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Con Carlos Herrera

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