Pilar García Muñiz sobre la inversión en España para fabricar baterías: "Puede repercutir en que en un futuro cercano el coche eléctrico baje de precio"

A estas alturas si te digo que España es una potencia mundial en la fabricación de automóviles, seguramente ya lo sepas. Somos el segundo productor de Europa y el año pasado esta industria dio empleo a unos 2 millones de personas de forma directa o indirecta en nuestro país.

Su importancia en la economía está fuera de toda duda y por eso preocupa que la industria europea del automóvil tenga muchas dificultades para adaptarse al futuro que impone la propia Unión Europea y que pasa por el coche eléctrico. Desde Bruselas han marcado un camino y en ese camino nos estamos poniendo piedras a nosotros mismos.

Y ¿qué ha pasado?, que China está mucho mejor dotada y preparada para andar ese camino en Europa que las propias empresas del viejo continente.

El ejemplo más claro es el de las baterías necesarias para estos automóviles. China es el principal productor mundial, por delante de Corea del Sur o de Estados Unidos. Tiene la materia prima y una tecnología más consolidada y su modelo productivo ofrece precios muy competitivos.

Para contrarrestar esa dependencia de China, se apostó por la sueca NorthVOLT. Se pretendía que Europa pasara de fabricar el 3% de las baterías mundiales, al 25% en 10 años. Pero esta empresa no ha podido asumir la demanda tan alta y ha entrado en crisis lo que ha afectado a los grandes grupos automovilísticos. Ahora se busca financiación para esa empresa y ¿adivina quiénes se han postulado? Pues fabricantes Chinos .

Es decir, la dependencia de China para el coche eléctrico es cada vez mayor. Por eso no extrañan anuncios como el de hoy y que, siendo egoístas, abre una puerta a la esperanza del sector en España.

El grupo francés Stellantis, (que engloba marcas como Peugueot, Citroën, Opel o Fiat) y el mayor productor de baterías del mundo, la empresa china CATL, van a invertir más de 4000 millones de euros en la mayor factoría de baterías de España que estará en Zaragoza.

La noticia es objetivamente buena y es trabajo para miles de personas. Están contentos en el gobierno de España, del PSOE y están contentos en el gobierno de Aragón, del PP.

Todos o casi todos contentos, pero ha costado en todos los sentidos. Ha costado dinero público en ayudas y más que costará porque el desarrollo de esta planta está condicionado “al apoyo continuo de las autoridades españolas y europeas”. Puede gustar más o menos pero, ahora mismo, estas son las reglas de mercado. Y si no hubiera venido a España, otro país se hubiera aprovechado.

Para los ciudadanos, para cualquiera de nosotros, todo esto quizás pueda repercutir en que en un futuro cercano el coche eléctrico baje de precio y Europa gane en competitividad en este sector porque en este momento, el coche eléctrico no acaba de arrancar en el viejo continente.