De esto trataba el Sínodo

Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 28 de octubre

El Papa clausuró el Sínodo con una Misa en San Pedro
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Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 28 de octubre

José Luis Restán

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El Papa clausuró ayer el Sínodo con una Misa en la que no dedicó un momento a las proposiciones aprobadas por la asamblea, sino que quiso mostrar el camino que señala para la Iglesia en este momento de la historia. En primer lugar, somos nosotros, los que por gracia y por libre decisión formamos parte de la Iglesia, los que necesitamos percibir “la conmoción de la salvación” y “dejarnos despertar por la fuerza del Evangelio”. Porque sólo así podremos acoger, como pide Francisco, el grito de todos los hombres y mujeres de la tierra: los que están sedientos del Evangelio y los que se han alejado, pero también los que son indiferentes. La Iglesia que quiere el Señor no puede estar paralizada o ser indiferente, sino que tiene que recoger el grito del mundo, aunque sea un grito de protesta y lleno de confusión.

Francisco lo ha dicho con estas palabras tan suyas: “hermanos, hermanas, no una Iglesia sentada, una Iglesia en pie; no una Iglesia muda, una Iglesia que recoge el grito de la humanidad; no una Iglesia ciega, sino iluminada por Cristo, que lleva la luz del Evangelio a los demás; no una Iglesia estática sino misionera, que camina con el Señor por las vías del mundo”. Y al final de la homilía, no por casualidad, señaló dos elementos significativos de la Basílica: la reliquia de la antigua Cátedra de san Pedro, “que es la cátedra del amor, de la unidad y de la misericordia, según aquella orden que Jesús le dio al apóstol Pedro, no de dominar a los demás, sino de servirlos en la caridad”; y también invitó a mirar al verdadero punto focal de toda la Basílica, la gloria del Espíritu Santo, de Bernini. El centro de la vida eclesial es siempre el Espíritu Santo, y el Señor ha dotado a su Cuerpo de un órgano que le da seguridad y unidad en su camino a lo largo de la historia, que es el ministerio de Pedro. Dos hechos vinculados entre sí, que no podemos olvidar a la hora de entender el Sínodo y lo que viene ahora, o sea, el camino que prosigue.