No hay mayor obra que transmitir el Evangelio
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 5 de febrero
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En estos meses el Papa pronunciará centenares de discursos dirigidos a las diversas comunidades que peregrinarán a Roma para participar en el Jubileo. Y puede resultar que sus palabras sean como agua que se escurre entre las manos. Ojalá que no. A mí me han impresionado, por su claridad y concisión, las que acaba de dirigir a la peregrinación organizada por la Conferencia Episcopal Nórdica.
Francisco empieza por recordar que todos somos peregrinos en nuestra vida, y para que esa peregrinación alcance buen puerto tiene que ser guiada por el Espíritu Santo, no por nuestra propia planificación. También habla de la esperanza, que se apoya en las obras de Dios en el presente. A los católicos e Escandinavia les recuerda que las semillas de la fe, plantadas allí por generaciones de hombres y mujeres perseverantes, están dando fruto… y es que ¡el Señor siempre es fiel a sus promesas! ¿Sabemos reconocer que el Señor obra en el presente?
También les ha pedido fortalecer la conciencia de pertenecer a la gran comunión de la Iglesia al visitar las tumbas de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y les ha invitado a regresar a sus países llenos del alegre entusiasmo de compartir el gran don que han recibido. Y observa (creo que es el punto central de su discurso) que “no hay mayor «obra» que transmitir a los demás el mensaje de salvación del Evangelio”. Es una tarea, dice el Papa, encomendada a cada uno, sea cual sea su edad, estado de vida o capacidad, incluso los ancianos y los enfermos. Porque el mundo tiene gran necesidad del testimonio de la reconciliación, de la curación y la paz “que sólo pueden venir de Dios”. En resumen: la fe sencilla y llena de razones que sostiene la esperanza y se vive en la comunión de la Iglesia. Y compartir eso con todos, a corazón abierto: no hay tarea más importante en la vida. Palabra de Francisco.