La consecuencia de la DANA de Valencia que una psicóloga señala que pueden sufrir los niños: "Al cabo del tiempo"
Macu Gortazar-Ibañez de la Cadiniere pone el foco sobre este problema que ocurre cuando un joven se enfrenta a una situación como la que viven tras la tragedia de las inundaciones
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El comportamiento desafiante en los niños es una preocupación recurrente entre padres y educadores. Sin embargo, cuando un niño adopta una actitud desafiante, no siempre se trata de una mera fase del desarrollo, sino de una señal de que algo más profundo está ocurriendo. Este fenómeno se vuelve aún más complejo cuando los niños han vivido experiencias traumáticas como las que muchos enfrentaron durante la DANA de Valencia, una tragedia natural que afectó gravemente a miles de familias.
Macu Gortázar-Ibañez de la Cadiniere, psicóloga especializada en el comportamiento infantil, abordó este tema en el programa Poniendo las Calles, donde profundizó en las consecuencias emocionales y conductuales que los niños pueden experimentar tras haber sido testigos o víctimas de eventos traumáticos. La experta destacó que, aunque el comportamiento desafiante es común en ciertas etapas del desarrollo infantil, como entre los dos y los cuatro años, en ocasiones puede ser un reflejo de dificultades emocionales más profundas.
Durante su intervención, Gortázar explicó que los niños pequeños, cuando se enfrentan a situaciones de frustración, tristeza o enojo, a menudo no tienen las herramientas necesarias para gestionar sus emociones. Esto puede manifestarse en comportamientos que parecen desafiantes o incluso agresivos. Sin embargo, estos actos no son necesariamente un intento de desobedecer o rebelarse; más bien, son una forma en que los niños comunican que están experimentando una dificultad emocional que no pueden expresar de otra manera.
Para los niños más grandes, entre los siete y nueve años, el comportamiento desafiante puede volverse más marcado. En este caso, puede reflejar la incapacidad para procesar emociones complejas, como la tristeza o la ira. Estos niños pueden haber experimentado problemas en su entorno escolar, social o familiar que no saben cómo manejar, lo que genera una respuesta emocional desbordada que se manifiesta en conductas disruptivas.
La consecuencia de la DANA
Uno de los puntos más relevantes en la intervención de Gortázar fue cómo eventos traumáticos, como la DANA de Valencia, pueden influir en el comportamiento de los niños a largo plazo. La psicóloga señaló que, a menudo, las reacciones emocionales ante eventos traumáticos no son inmediatas. Aunque los niños puedan parecer estar "bien" al principio, es posible que meses después comiencen a mostrar signos de angustia, tristeza o irritabilidad. Esto se debe a que, como destacó Gortázar, el cerebro humano a veces necesita tiempo para procesar eventos traumáticos.
El estrés, el miedo y la incertidumbre generados por la pérdida de hogar, la destrucción de pertenencias o incluso la separación de seres queridos pueden provocar una serie de reacciones emocionales que los niños no son capaces de expresar de manera clara. Ante la ausencia de herramientas para gestionar estas emociones, los niños pueden manifestar su malestar a través de conductas que parecen desafiantes o incluso destructivas.
Un aspecto importante que destacó Macu Gortázar es que los niños no solo sufren debido a los eventos que han vivido, sino también por el ambiente emocional de su entorno. Tras una tragedia como la DANA, los niños pueden estar expuestos a las emociones intensas de sus padres, como la tristeza, la desesperación o el miedo. Aunque los padres intentan proteger a sus hijos de estos sentimientos, muchas veces los niños "perciben" estas emociones a través del ambiente familiar, lo que aumenta su nivel de ansiedad y confusión.
Gortázar enfatizó la importancia de que los padres sean conscientes de cómo sus propias emociones pueden influir en sus hijos. En momentos de crisis, los niños pueden asumir, incluso sin quererlo, las emociones de los adultos a su alrededor. Esta transferencia emocional puede complicar aún más la situación, ya que los niños no tienen la madurez emocional suficiente para comprender o gestionar esos sentimientos.
"Al cabo del tiempo"
Para los padres y educadores, la psicóloga ofrece varias estrategias para abordar el comportamiento desafiante en los niños que han experimentado situaciones traumáticas como la DANA. El primer paso es hablar con los niños. Es fundamental que los adultos se acerquen a los pequeños y les permitan expresar sus sentimientos, adaptándose a su nivel de comprensión y madurez. Aunque los niños no siempre verbalicen lo que sienten, es crucial ofrecerles un espacio seguro para compartir sus emociones.
Además, Gortázar sugirió que los padres deben ser un modelo de gestión emocional. Los niños aprenden observando cómo los adultos manejan sus propias emociones. Si un niño ve que sus padres son capaces de expresar tristeza o preocupación sin que estas emociones los controlen, aprenderán a manejar sus propios sentimientos de manera más efectiva.