Una psicóloga señala cuándo el sentimiento de culpa por la comida es un problema mental: "Círculo vicioso"

Elena Daprá explica a Carlos Moreno 'El Pulpo' y Rosa Rosado las claves para entender el hambre emocional con el objetivo de que no se prolongue en el tiempo

José Manuel Nieto

Publicado el

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La relación entre emociones y alimentación es más compleja de lo que parece. Muchas veces, cuando nos enfrentamos a una situación estresante o emocionalmente complicada, recurrimos a la comida como una forma de lidiar con el malestar. Este comportamiento, conocido como hambre emocional, ha sido objeto de conversación en el programa Poniendo las Calles, donde la psicóloga Elena Daprá explicó cómo podemos identificarlo y cuándo se convierte en un problema mental.

El hambre emocional no es un trastorno en sí mismo, sino un tipo de alimentación desordenada que busca aliviar sensaciones desagradables. Según Daprá, "surge para compensar y encontrar sensaciones agradables o para quitarme las desagradables". En momentos de estrés, tristeza, ansiedad o frustración, muchas personas recurren a la comida para encontrar consuelo. No se trata de un hambre física, sino de un impulso que responde a una necesidad emocional de "sentirse mejor".

A menudo, esta búsqueda de consuelo a través de la comida se convierte en un ciclo: comemos para aliviar el malestar, pero luego nos sentimos culpables por haber comido en exceso, lo que genera un sentimiento de frustración y tristeza, alimentando aún más el ciclo de hambre emocional.

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Retrato de una mujer deseando un chocolate dulce y sintiendo remordimiento

El primer paso para comprender y controlar el hambre emocional es saber identificarlo correctamente. Elena Daprá ofreció claves claras para distinguirlo del hambre física, que es una necesidad fisiológica del cuerpo. 

el sentimiento de culpa por la comida

A menudo se desencadena por un evento emocional, como una discusión o una situación estresante. Mientras que el hambre física nos lleva a desear alimentos variados, el hambre emocional se asocia con ciertos alimentos, como chocolate, dulces o comida reconfortante.

A diferencia del hambre física, que se desarrolla gradualmente, el hambre emocional se presenta de manera inmediata y difícil de controlar. En lugar de satisfacer una necesidad fisiológica, la comida se convierte en un medio para calmar el estrés, la ansiedad o la tristeza.

      
             
      

Rosa Rosado y Carlos Moreno, conductores del programa, compartieron sus experiencias personales, como cuando recurren al fuet o a las galletas en momentos de estrés, demostrando que este comportamiento es común en muchas personas. La psicóloga también destacó que, cuando este patrón de comer por emociones se repite con frecuencia, puede dar lugar a una disminución de la autoestima, lo que genera un círculo vicioso que puede desembocar en problemas más graves como la depresión o trastornos de ansiedad.

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Mujer joven con sentimiento de culpa por comer una hamburguesa

El impacto del hambre emocional no solo es físico, sino también psicológico. Si bien los atracones pueden generar un aumento de peso, las consecuencias emocionales pueden ser aún más perjudiciales. Como explicó Daprá, cuando las personas recurren a la comida para lidiar con sus emociones, "la sensación de culpa es inevitable", lo que puede afectar negativamente la autoestima y el bienestar general.

"Círculo vicioso"

Este sentimiento de culpa, combinado con el miedo a no poder controlar los impulsos, puede generar ansiedad, lo que a su vez perpetúa el ciclo de comer para calmar esa ansiedad. Cuando este patrón se mantiene durante un tiempo prolongado, puede derivar en trastornos como la depresión, el trastorno de la conducta alimentaria (TCA) o problemas relacionados con la ansiedad generalizada.

      
             
      

Si descubres que el hambre emocional es un patrón recurrente que afecta tu calidad de vida, es importante buscar ayuda profesional. Como advirtió Elena Daprá, "cuando se detecta este tipo de hambre emocional de manera constante, es mejor consultar con un especialista" para evitar que se convierta en un problema más serio.