Carta del arzobispo de Barcelona: «Seréis mis testigos»

En Jornada Mundial para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Omella recuerda la figura de Pauline Jaricot, a quien se considera la la precursora del Domund

juanjoseomella

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Hoy celebramos la Jornada Mundial para la Evangelización de los Pueblos, día en que, de manera especial, oramos por los misioneros y colaboramos económicamente en el sostenimiento de la actividad misionera de la Iglesia en aquellas regiones del mundo donde está menos presente. Este año conmemoramos los doscientos años del Domingo Mundial de las Misiones, que conocemos popularmente como DOMUND. En esta edición, el lema elegido nos remite a la llamada que el Señor hizo a sus apóstoles: «Seréis mis testigos» (Hch 1,8).

A lo largo de la historia, ser testigo de Cristo muerto y resucitado siempre ha sido difícil, especialmente en momentos de dificultad, afectados por guerras, pandemias, crisis económicas... Ante la incertidumbre que generan estas situaciones, podemos tener la tentación de culpar a los demás de todo lo malo que nos pasa. Así, podemos limitarnos a buscar causas externas para eximirnos de las responsabilidades. Fácilmente señalamos como responsables a los políticos, agentes sociales, empresarios u otros gestores de lo público e incluso a Dios.

Vayamos doscientos años atrás y encontraremos el entrañable testimonio de una joven, Pauline Marie Jaricot, una chica de familia burguesa adinerada que murió en la miseria tras oír la llamada de la fe y experimentar un cambio radical en su vida. Impresionada por la labor de los misioneros y conmovida por las miserables condiciones en las que vivían, ideó un sistema de recaudación de dinero para las misiones, una iniciativa oficializada en 1822 como la Obra de Propagación de la Fe. Esta joven francesa, que fue beatificada el pasado 22 de mayo, es considerada la precursora del DOMUND, la obra misionera más conocida del mundo.

Los misioneros se han extendido por los cinco continentes como discípulos de Jesucristo para evangelizar, es decir, para ofrecer el testimonio del Señor. Jesús los envía al mundo no sólo para llevar a cabo la misión, sino también y, sobre todo, para vivir la misión. Ya nos lo decía el papa san Pablo VI en su exhortación apostólica Evangelii nuntiandi: «el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testigos.» (EN 41).

Recemos por los misioneros que trabajan lejos de sus hogares. Pidamos que sean testigos fieles a la llamada del Señor. Unámonos a ellos con nuestra intensa oración y con nuestra colaboración personal, material y económica. Os agradezco de todo corazón vuestra contribución en la colecta que este domingo, con motivo del DOMUND, se hace en las parroquias, centros de culto de nuestra archidiócesis y por medios telemáticos*.

Queridos hermanos y hermanas, demos gracias a Dios por todo lo que hacen los misioneros. Todos los que hemos recibido los sacramentos de la iniciación cristiana –Bautismo, Confirmación y Eucaristía– somos llamados por Jesús a ser sus discípulos y también sus misioneros. Seamos testigos del Señor en el mundo con la fuerza del Espíritu Santo.

† Juan José Omella Omella

Cardenal arzobispo de Barcelona

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