Carta del obispo de Astorga: «Seréis mis testigos»

Jesús Fernández explica que el mejor modo de transmitir la fe que tenemos los cristianos es el testimonio de vida evangélica, lo que no excluye la proclamación verbal de su mensaje

jesusfernandezgonzalez

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Las pocas cosas que he visto que funcionan en África -decía Pablo Bohórquez- siempre están de las manos de una misión católica. Nuestra asociación no está vinculada con la Iglesia ni tenemos ideología, pero hay que quitarse el sombrero ante esas personas que llevan una o dos décadas dejándose la piel con los más pobres”. Reproduzco unas declaraciones que realizó Pablo Bohórquez a COPE en mayo de 2017. Pablo es médico oftalmólogo, fotógrafo y presidente de la Asociación Deporte y Artes Solidario, una ONG no confesional nacida en Madrid que trabaja desde hace años en Chad y, más recientemente, en Uganda.

Sus palabras nos llevan al terreno de la misión y a la figura del misionero católico cuando estamos a punto de celebrar la Jornada Mundial de las Misiones 2022 -será exactamente el día 23 de octubre- bajo el lema: «Seréis mis testigos». Antes de ascender al cielo, el Señor resucitado dijo a sus discípulos: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra” (Act 1, 8).

Como explica el Papa Francisco en el mensaje que ha escrito para esta Jornada misionera, el texto nos presenta tres expresiones clave que resumen los tres fundamentos de la vida y de la misión de los discípulos. En primer lugar, Jesucristo resucitado hace una llamada a sus discípulos para que sean sus testigos. No los envía de forma individual, sino como comunidad eclesial. Por otra parte, los invita a vivir su vida en clave de misión, no tanto para dar testimonio, sino para ser sus testigos. Precisamente por ello los había llamado primeramente para que estuvieran con él, para que compartieran su vida más personal; sólo en un momento posterior los envió a predicar el Evangelio. Siguiendo la misma lógica, los propios apóstoles, una vez se había autodescartado Judas, buscaron sustituto entre aquellos que, como ellos mismos, habían sido “testigos de la resurrección” (cf. Act 1, 22).

Los enviados por Jesucristo, los misioneros, reciben la honrosísima encomienda de entregarse a Él. El verdadero testigo es el “mártir”, aquel que responde a la entrega del Señor donando por entero su vida a Dios y a la misión. Sin duda, el mejor modo de transmitir la fe que tenemos los cristianos es el testimonio de vida evangélica, lo que no excluye ciertamente la proclamación verbal de su mensaje. Testimonio de vida cristiana más anuncio explícito de Jesucristo han de ir juntos, sirviéndose y apoyándose mutuamente.

La segunda afirmación del mensaje bíblico recalca la universalidad de la misión. Estamos llamados a ir más allá de los lugares habituales, pero no sólo en sentido geográfico: hemos de acercarnos y evangelizar también las periferias sociales y existenciales.

Finalmente, para la realización de la misión, Jesús ofreció a sus discípulos el don del Espíritu Santo. Aquellos hombres divididos, desorientados y desanimados, al recibir el calor, la luz y la fuerza del Espíritu Santo, comenzaron la misión confesando a Cristo como Señor. Conscientes pues del protagonismo del Espíritu de Dios en la misión, lo invocamos para que ayude a los misioneros -nosotros también lo somos- y, de esta forma, el mundo entero conozca a Jesucristo y se salve. No olvidemos tampoco ser generosos en la ayuda material. Si nosotros tenemos problemas, imaginaos ellos. Que Dios os lo pague.

+ Jesús Fernández González

Obispo de Astorga

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