Lo que no viste de la audiencia general: el Papa Francisco, con el Coro Arcoíris de ancianos con alzheimer

Antes de la catequesis del miércoles, Francisco les escuchó cantar y les recordó que son la memoria de la humanidad

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La gente estaba esperando en la Plaza de San Pedro para la tradicional audiencia general con el Papa Francisco. Sin embargo, el pontífice tenía otra "audiencia" antes. Audiencia porque fue a escuchar. En los salones vaticanos le aguardaba un grupo de ancianos. Se trataba del Coro Arcoíris, de la residencia Bonheiden, en Bélgica. 

Este grupo musical de personas de avanzada edad es especial también porque todos ellos padecen Alzheimer. Lo primero que les dijo Francisco lo que, en su opinión, era el canto más bello. El Papa se refería al hecho de que compartieran sus fragilidades y las aceptaran recíprocamente.  Lo explicó desde la mención al nombre del propio coro: "¡Un arco iris no de perfecciones, sino de imperfecciones!”

El encuentro impresionó hasta al propio secretario del pontífice. Confesó que era lo más hermoso que había visto al lado del Papa. Él también dio gracias a Dios por ese coro. Expresó que, en su opinión, que cantaran juntos suponía un consuelo y un apoyo mutuo para ayudarles a soportar su enfermedad, que su canto se hace más valioso aún a causa de su vulnerabilidad.

La batuta de la ternura y la memoria de un pueblo al que honrar

Otro detalle que llamó la atención del Papa Francisco del coro fue su director. En concreto, un aspecto que parece fundamental para dirigir un coro: la batuta. No obstante, Francisco después apreció que sí la había traído: la ternura. Por esa razón, le dio las gracias al director, porque “al realizar gestos de ternura, nos hace a todos más humanos”.

El pontífice también reflexionó que, con esa cercanía, se cumplía también el cuarto mandamiento. La honra a los ancianos, afirrmó el Papa, es la honra a nuestra propia memoria.  

Además, aseguró que, aunque la hayan perdido, ellos son símbolo de la memoria de un pueblo, las raíces de su patria y, en definitiva, de nuestra humanidad. Tras esta apreciación, mandó un recado a los jóvenes. Es allí, al encuentro con los ancianos, a donde han de ir para tomar esas raíces y continuar con la civilización. 

Antes de despedirse y de impartirles su bendición apostólica, el Santo Padre volvió a agradecerles esta visita y les pidió que rezasen por él.

La corresponsal de COPE en Roma y El Vaticano, Eva Fernández, fue testigo de este encuentro en primera persona y así lo reflejó en su Twitter

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