La reacción de Javier tras despertar de su accidente de tráfico: "Lo primero que hice fue pedir la unción"

Su vida dio un vuelco el 18 de mayo de 2018 y a partir de ese momento no hay ni un solo día que no agradece al Señor por haber estado, en todo momento, bien acompañado

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La reacción de Javier tras despertar de su accidente de tráfico: "Lo primero que hice fue pedir la unción"

Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La vida de Javier dio un vuelco el 18 de mayo de 2018. Un turismo se saltó la mediana e invadió su carril, chocando frontalmente contra su vehículo. Estuvo ingresado más de un año y medio en la Unidad de Accidentes de Tráfico en el Hospital Fundación Instituto San José.

Actualmente, Javier acude al centro de rehabilitación. Aleluya ha conocido su historia en el “Día Mundial en recuerdo de las víctimas de accidentes de tráfico”.

Del accidente, la víctima apenas guarda recuerdos: “Yo salía del trabajo ese 18 de mayo con dos compañeros, eran las tres de la tarde y me acuerdo simplemente que me encontré empotrado en el coche. Murió una de mis compañeras que iba detrás y yo me salvé de milagro”, nos cuenta Javier. Las dos piernas y el brazo izquierdo de Javier quedaron destrozados Al despertar al día siguiente en el hospital ,simplemente se preguntaba “¿qué me ha pasado? ¿por qué estoy aquí?”.

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"¿Por qué me ha pasado esto a mí?"

Lo primero que solicitó Javier cuando conoció lo que le había ocurrido fue la unción de enfermos. “Yo me comulgo y me confieso casi todas las semanas. Ese momento de la unción de enfermos fue el mayor momento de paz de toda mi vida. Una tranquilidad increíble” confiesa Javier.

Desde ese momento Javier empezó a pensar que “Dios me ha permitido vivir para cuidar a mi familia”. Fue un tiempo muy duro en el Gregorio Marañón, le operaron hasta diez veces y estuvieron a punto de amputarle las dos piernas. Javier reconoce que, ante situaciones así, “uno se pregunta: ¿por qué me ha pasado esto a mí? ¿qué quieres que haga?”. Y Javier sintió que su labor era dar a conocer a Dios a todo el mundo. Empezó por los compañeros de habitación con los cuales rezaba continuamente.

Javier ha revelado también cómo fue su traslado al Hospital Fundación Instituto San José. “Pasas del Gregorio Marañón, que son todas habitaciones iguales, a un espacio lleno de jardines, donde la gente es muy amable, el trato muy exquisito y los fisios maravillosos”.

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La importancia de tener la familia al lado

Preguntado por el rol de la familia, Javier lo tiene claro: “El haber tenido a mi familia apoyándome, que mis hijos mayores se hayan quedado un día sí y otro también durmiendo conmigo es lo mejor que te pueda pasar. Pero no me quiero olvidar de mis amigos que también fueron muy importantes”. Durante casi dos años la familia de Javier se ha turnado para que no estuviese solo ningún día: si no era la familia, eran sus amigos del colegio.

Lo que sorprende de Javier es su paz interior: “No guardo ningún rencor hacia el chico que se chocó con mi coche. Yo lo primero que hice fue perdonarle interiormente. Eso da muchísima paz. Y he visto en el hospital que la gente que no perdona no tiene la paz interior ni alegría”.

En el Hospital Fundación Instituto San José, subraya Javier “me ha facilitado todo. Me pusieron una cama al lado para que duerma mi familia, me han permitido que mis hijos duerman los fines de semana. Esto es muy importante. Porque si no, te encuentras muy solo ahí. Se nota que la hospitalidad es el lema que tienen. Te dan hospitalidad y eres un paciente”.

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El mensaje de esperanza de Javier

Javier intentaba ayudar a los demás también durante su paso por el Hospital San José. “La mayoría de la gente donde estaba mi pabellón eran abuelos y abuelas de 90 años que se rompen la cadera y están ahí hechos polvos. Yo los animaba porque animando a los demás te olvidas de ti mismo. Hacemos partidas de cartas, estábamos en el jardín, hacíamos tertulias”.

Javier nos ha querido también dejar un mensaje de esperanza para todas aquellas personas que sufren accidentes de tráfico. “Es importantísimo que estén acompañados y hay que acompañarlos hasta el último momento. Si es posible en esas circunstancias llevarle hacia Dios. Porque hay mucha gente que está abandonada de todo y llegan ahí y encuentran a Dios”.