Rosarios artesanales del monasterio de san Leandro de Sevilla, los pequeños evangelios de bolsillo

Las Agustinas Ermitañas que habitan el convento llevan dos décadas haciendo a mano rosarios que venden para extender la devoción y mantenerse económicamente

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Este mes de mayo, mes mariano según la tradición popular, no puede faltar en las mesillas de noche y bolsillos los rosarios. Muchos cristianos los buscan hechos a mano. Lo saben bien las hermanas del convento Sevilla de san Leandro de Sevilla. Llevan más de 20 años haciendo y vendiendo rosarios artesanales.

El convento de san Leandro se encuentra en la plaza de san Ildefonso, siendo uno de los conventos más ricos en patrimonio de Sevilla. Pertenece a la orden de las Agustinas Ermitañas, en la que residen un total de 18 hermanas.

Todo empezó cuando los fieles pedían rosarios los días 22 de cada mes, que se abre la iglesia, por la ‘‘devoción a santa Rita de Casia’’ afirma sor Natividad, la abadesa del convento. Y añade que ‘‘es una buena iniciativa para que la gente rece el rosario y sepan dónde pueden comprarlo artesanal’’.

Han llegado a hacer hasta 200 rosarios para una hermandad

La idea surgió de unas hermanas procedentes de fuera de España. En sus países de origen la devoción al rosario también está presente y sugirieron empezar la tarea. Ya han pasado más de dos décadas. Afirma la hermana superiora que ‘‘Los hacen en las horas libres de recreo y en sus celdas’’.

Además, aceptan encargos. Una hermandad de un pueblo sevillano les pidió hasta 200. En seguida se pusieron manos a la obra. Así ‘‘difunden el rezo del rosario y ayudan a las hermandades’’, señala sor Natividad. Algunos los regalan incluso. Aunque el rosario se estructura sobretodo en torno a cincuenta avemarías y las 54 letanías, no deja de ser ‘‘un pequeño evangelio para meditar la vida entera de Jesús’’.

Además, han realizado talleres sobre cómo hacer el rosario y entenderlo. Estas hermanas también elaboran las famosas yemas de san Leandro y otros dulces, pulseras, bordados, paños de bautismo, etc. Vender sus productos es fundamental para que el convento se mantenga económicamente.