Ayuda a la Iglesia Necesitada ayudará en la formación de 13.000 seminaristas en los países subdesarrollados

Ayuda a la Iglesia Necesitada ha puesto en marcha una campaña de apoyo a jóvenes seminaristas en los países subdesarrollados o donde los cristianos son perseguidos. De esta manera, la fundación pontificia apoyará a más de 13.000 aspirantes al sacerdocio a través de las becas de estudio, manutención, transporte e instalaciones dignas donde estudiar y vivir.

El objetivo de este programa de ayudas es apoyar a uno de cada ocho seminaristas existentes en el planeta. La gran mayoría de estos seminaristas apoyados por Ayuda a la Iglesia Necesitada se encuentran en África (7.654); Iberoamérica (2.461); Asia (1.724); Europa del Este (1.498) y Oriente Medio (14). Continentes donde las dificultades son muchas y los recursos escasos. Los jóvenes responden con generosidad a su llamada, pero la mayoría no cuenta con los medios necesarios para costear su formación.

El objetivo es que miles de vocaciones que surgen en Iglesias pequeñas, muy necesitadas, que sufren en muchos casos discriminación, y que necesitan la ayuda del exterior, no se pierdan por falta de recursos materiales: “Es un gran bien que estos seminaristas lleguen a ser pastores, imágenes vivas de Jesucristo, en lugares de tremenda pobreza, violencia, guerras y persecución religiosa”, ha precisado la fundación.

Asimismo, esgrimen que ante las dificultades que se le presentan, “es todavía más fundamental que cuenten con una formación integral que les aporte solidez y firmeza en los momentos de tribulación, para que sepan acompañar y servir a su pueblo con valentía y misericordia. Por ello, el 57,3% de los proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada en favor de seminaristas son para cubrir los costes de su formación académica y espiritual”.

A través de las Iglesias locales, Ayuda a la Iglesia Necesitada quiere apoyar a los candidatos al sacerdocio a discernir la autenticidad de la llamada de Dios; a responder a ella consciente, libremente y con generosidad. El acompañamiento por parte de buenos sacerdotes y formadores es también crucial para estos jóvenes, de ahí que la fundación pontificia financie el sostenimiento a los instructores, así como los cursos, retiros espirituales que fortalecen las almas y que contribuyen a su santificación personal y a su compromiso pastoral.