PODCAST | Relato de Semana Santa... Un camino del Calvario, con Cristina L. Schlichting

00:00

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Pilato quiso quitar peso a su culpa y preguntó a los judios: «¿y qué hago con Jesús, llamado el Mesías?» Y todos contestaron: «¡que lo crucifiquen!» Pilato insistió :«pues ¿qué mal ha hecho?» Y los gritos fueron más fuertes: «¡que lo crucifiquen!».... Pilato vio entonces que todo era inútil, tomó agua y se lavó las manos … «Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!». Y todo el pueblo contestó: «¡Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!». Entonces Pilato soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entrega para ser crucificado...

La condena es firme. Aquella tarde Jesucristo se encuentra ante unos soldados que creían tener todo el poder sobre su persona, que se mofan de él y que le cargan con una pesada cruz, excesiva para sus mermadas fuerzas, con la que caminaría interminables horas y en la que estaba destinado a morir.

Lo empujan camino del Calvario, en un delirante espectáculo para gloria de sus enemigos. El Maestro se tambalea, camina con apenas fuerzas, abrazado a aquel madero, vencido por su peso, pero con el firme deseo de cumplir hasta el final con la voluntad del Padre.

Su agotamiento es evidente, apenas puede dar unos pasos cuando cae bajo el enorme peso de la cruz. Es su primera caída en ese camino de espinas, … habrá más... El Salvador está débil, delgado, le falta alimento y descanso. También ha sido duramente golpeado por los soldados y ha perdido mucha sangre en la flagelación. Pero el Padre le da la fuerza y con gran dificultad y mucha humildad, se levanta y retoma su camino.

Jesús avanzaba flanqueado por soldados, jefes judíos y buenas gentes. De entre todos, hay alguien que no puede apartar su mirada de él. Es María, la Virgen, la primera discípula del Maestro.... Se acerca a su Hijo con ternura maternal. Sus miradas se entrecruzan, su sufrimiento se hace aún mayor al contemplar el dolor en el rostro del otro. Pero también les reconforta el amor y la compasión que se transmiten.