La Santa Sede hace público su informe sobre el excardenal McCarrick, acusado de pederastia

El Vaticano ha investigado durante un periodo de dos años las actuaciones realizadas por el excardenal desde que llegaron las primeras denuncias por abusos a menores

La Santa Sede hace público su informe sobre el excardenal McCarrick, acusado de pederastia

Redacción Religión

Publicado el - Actualizado

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La Santa Sede ha publicado este martes, 10 de noviembre, el informe sobre la investigación relacionada con el excardenal Theodore E. McCarrick. Elaborado por la Secretaría de Estado por mandato del Papa Francisco, incluye todo el conocimiento institucional y el proceso de toma de decisiones relacionados con McCarrick.

El excardenal fue despojado del cardenalato y se le ha reducido al estado laical, por lo que no puede ejercer el sacerdocio, en febrero de 2019 tras demostrarse las acusaciones de abuso a menores durante toda su carrera de más de sesenta años como clérigo y seminarista.

El texto publicado por la Santa Sede se ha realizado de manera exhaustiva, en la que se ha integrado la información obtenida de los coloquios con los testigos y las personas informadas de los hechos, a fin de obtener un panorama lo más completo posible y un conocimiento más detallado y preciso de las informaciones pertinentes.

En la nota, el secretario de Estado del Vaticano, el Cardenal Pietro Parolin, lamenta las heridas que ha provocado estos abusos a sus víctimas y familiares, así como a la Iglesia estadounidense y la universal.

“Como hizo el Papa, yo también he podido examinar los testimonios de las víctimas contenidos en las Actas en las que se basa el Informe y que están depositados en los archivos de la Santa Sede. Su contribución ha sido fundamental”.

Por otro lado, el secretario de Estado recordaba las palabras del Papa Francisco en su Carta al Pueblo de Dios en agosto de 2018, en la que hacía referencia a los abusos a menores: "Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas".

El Cardenal Parolin ha invitado a la sociedad a leer el documento en su totalidad, que es el resultado de una investigación que ha requerido de dos años de trabajo: “Sólo a partir de la visión global y del conocimiento, en su totalidad, de lo reconstruido de los procesos de toma de decisiones concernientes al ex cardenal McCarrick, será posible comprender lo que ha sucedido”.

El secretario de Estado del Vaticano ha reivindicado que en estos últimos dos años, coincidiendo con la investigación de McCarrick, se han dado pasos significativos para asegurar mayor atención a la protección de los menores e intervenciones más eficaces para evitar que se repitan ciertas decisiones tomadas en el pasado: “La normativa canónica se ha enriquecido con el Motu proprio Vos estis lux mundi, que prevé la creación de mecanismos estables para recibir los avisos de abusos y establece un procedimiento claro para investigar las denuncias contra los obispos que hayan cometido delitos o hayan protegido a sus responsables”.

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Cardenal Parolin

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A ello se suman medidas como acabar con el secreto pontificio en caso de abusos el pasado mes de diciembre o la publicación del Vademécum sobre los procedimientos para tratar los casos de abuso de menores, publicado el pasado mes de julio por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Para concluir, el Cardenal Parolin ha concluido remarcando que “el dolor va acompañado de una mirada de esperanza. Para que estos fenómenos no se repitan, además de normas más eficaces, necesitamos una conversión de los corazones. Necesitamos pastores creíbles anunciadores del Evangelio, y todos debemos ser muy conscientes de que esto sólo es posible con la gracia del Espíritu Santo, confiando en las palabras de Jesús: "Sin mi nada podéis hacer”.

El Informe explicado por Andrea Tornielli, director editorial de la Santa Sede

Por su parte el director editorial de la Santa Sede, Andrea Tornielli, ha explicado el contenido del informe.

“En el momento del nombramiento del arzobispo en Washington Theodore McCarrick en 2000, la Santa Sede actuó sobre la base de información parcial e incompleta. Desgraciadamente, se cometieron omisiones y subestimaciones, se tomaron decisiones que después se evidenciaron equivocadas, entre otras cosas porque, en el curso de las verificaciones solicitadas por Roma en su momento, las personas interrogadas no siempre dijeron todo lo que sabían”.

Hasta 2017, ninguna acusación fundada se refirió a abuso o acoso de menores; tan pronto como llegó la primera denuncia de una víctima menor de edad en el momento de los hechos, el Papa Francisco actuó de modo rápido y con decisión contra el anciano cardenal, ya retirado de la conducción de la diócesis desde 2006, primero, quitándole el purpurado y, luego, dimitiéndolo del estado clerical.

El informe, por su extensión y contenido, responde puntualmente al compromiso asumido por el Pontífice para investigar a fondo el caso McCarrick y de publicar los resultados de la investigación. El Informe representa también un acto de solicitud y cuidado pastoral del Papa hacia la comunidad católica estadounidense, herida y desconcertada por el hecho que McCarrick haya podido llegar a ocupar roles tan altos en la jerarquía.

El informe, recoge Tornielli, muestra que en el momento de la primera candidatura al episcopado (1977), así como en el momento de los nombramientos en Metuchen (1981) y luego en Newark (1986), ninguna de las personas consultadas para obtener información dio indicaciones negativas sobre la conducta moral de Theodore McCarrick. Una primera "verificación" informal de algunas acusaciones sobre la conducta del entonces arzobispo de Newark contra seminaristas y sacerdotes de su diócesis se hizo a mediados de los años 90, antes del viaje de Juan Pablo II a dicha ciudad de Estados Unidos.

Fue el cardenal arzobispo de Nueva York, John O'Connor, quien la llevó a cabo. Durante los meses en los que se barajó un traslado de McCarrick a una de las tradicionales sedes cardenalicias de los Estados Unidos, entre diversas y acreditadas opiniones positivas, se registró el parecer negativo del cardenal O'Connor.

Aunque reconoció que no tenía información directa, el cardenal explicó, en una carta del 28 de octubre de 1999 dirigida al nuncio apostólico, que consideraba un error la nómina de McCarrick para un nuevo puesto: se arriesgaba un grave escándalo a causa de los rumores de que en el pasado el arzobispo había compartido el lecho con jóvenes adultos en la residencia curial y con seminaristas en una casa junto al mar.

La actuación de Juan Pablo II y Benedicto XVI

Es importante destacar, a este respecto, la decisión tomada inicialmente por Juan Pablo II. El Pontífice, de hecho, pidió al nuncio de verificar la validez de estas acusaciones. La investigación escrita, una vez más, no condujo a ninguna prueba concreta. El Papa, que conocía a McCarrick desde 1976 tras uno de sus viajes a los Estados Unidos, acogió la propuesta del entonces Nuncio Apostólico en los Estados Unidos, Gabriel Montalvo, y del entonces Prefecto de la Congregación para los Obispos, Giovanni Battista Re, de retirar la candidatura.

Pero un nuevo hecho cambió radicalmente el curso de los acontecimientos. El propio McCarrick, después de conocer evidentemente su candidatura y las reservas sobre él, escribió el 6 de agosto de 2000 al entonces secretario personal del Pontífice polaco, el obispo Stanislaw Dziwisz. Se proclamó inocente y juró que "nunca había tenido relaciones sexuales con ninguna persona, hombre o mujer, joven o viejo, clérigo o laico". Juan Pablo II leyó la carta. Se convenció de que el arzobispo estadounidense decía la verdad.

Por lo tanto, fue el propio Papa, a través de indicaciones precisas dadas al entonces Secretario de Estado, Angelo Sodano, quien determinó que McCarrick entrase nuevamente en el grupo de los candidatos. Y fue él, finalmente, quien lo eligió para el puesto de Washington.

Hasta el momento del nombramiento en Washington no había habido ninguna víctima - adulto o menor de edad- que se hubiera puesto en contacto con la Santa Sede, o con el nuncio en los Estados Unidos, para hacer una denuncia por comportamiento impropio atribuido al Arzobispo. Cuando en 2005 resurgieron acusaciones de acoso y abuso de adultos, el nuevo Papa, Benedicto XVI, pidió rápidamente la renuncia al cardenal estadounidense, al que acababa de conceder una prórroga de dos años de su mandato. Por lo tanto, en 2006 McCarrick dejó la conducción de la diócesis de Washington para convertirse en obispo emérito.

En los años siguientes, a pesar de la petición que le hizo la Congregación para los Obispos de llevar una vida más apartada y renunciar a los frecuentes eventos públicos, el cardenal siguió viajando de una parte del mundo a otra, incluida Roma.

Ante una nueva denuncia contra McCarrick que le fue comunicada en 2012, Viganò, que a la sazón había sido nombrado nuncio en los Estados Unidos, recibió instrucciones de investigar de parte del Prefecto de la Congregación para los Obispos.

Por lo que se desprende del Informe, sin embargo, el nuncio no realizó todas las investigaciones que se le habían solicitado. Además, siguiendo el mismo enfoque utilizado hasta entonces, no dio pasos significativos para limitar las actividades y los viajes nacionales e internacionales de McCarrick.

La elección del Papa Francisco

En el momento de la elección del Papa Francisco, McCarrick tenía más de 80 años y, por lo tanto, estaba excluido del cónclave. Sus hábitos de viaje no habían cambiado, y al nuevo Papa no se le entregó ningún documento o testimonio que le hiciera consciente de la gravedad de las acusaciones, aún sólo respecto de adultos, contra el ex arzobispo de Washington. A Francisco se le dijo que había habido "rumores" y acusaciones sobre "comportamientos inmorales con adultos" antes de la nominación de McCarrick en Washington.

Pero considerando que las acusaciones habían sido analizadas y rechazadas por Juan Pablo II, y bien consciente de que McCarrick había permanecido activo durante el pontificado de Benedicto XVI, el Papa Francisco no vio la necesidad de cambiar "lo que sus predecesores habían establecido", por lo que no es cierto que haya eliminado o aliviado las sanciones o restricciones al arzobispo emérito. Todo cambió, como ya se ha mencionado, con la aparición de la primera acusación de abuso de un menor. La respuesta fue inmediata. La medida, gravísima y sin precedentes, de la destitución del estado clerical llegó tras la conclusión de un rápido juicio canónico.

Una página dolorosa para la Iglesia, pero repleta de enseñanzas

La imagen que aparece tras el cúmulo de testimonios y documentos ahora publicados es, sin duda, una página dolorosa en la historia reciente del catolicismo. Son tristes acontecimientos de los que toda la Iglesia ha aprendido. De hecho, a la luz del caso McCarrick, es posible leer algunas de las medidas adoptadas por el Papa Francisco después de la cumbre para la protección de los menores en febrero de 2019, y que hemos citado anteriormente.