El Papa Francisco pide en Canadá una Iglesia que sea "casa acogedora para todos": "Ojalá fuese siempre así"

El Santo Padre vivió en la tarde de Edmonton su segundo encuentro con los pueblos indígenas y miembros de la comunidad parroquial de la Iglesia del Sagrado Corazón

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Santiago Tedeschi Prades

Publicado el - Actualizado

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En la tarde de Edmonton, el Papa Francisco vivió el segundo encuentro con los pueblos indígenas visitando los miembros de la comunidad parroquial de la Iglesia del Sagrado Corazón. En la Iglesia en Edmonton, Francisco volvió a ver algunos rostros de varios representantes indígenas que hace algunos meses fueron a visitarle a Roma. Un encuentro que fue muy significativo para el Papa Francisco: ese día el Santo Padre afirmó que “un proceso de sanación eficaz requiere acciones concretas”.

Algo que, según Francisco, pasa en esta iglesia, en la que confluyen personas de diversas comunidades de las First Nations, de los Métis y de los Inuit, junto con gente no indígena de los barrios locales y diversos hermanos y hermanas inmigrantes: “Esta es una casa para todos, abierta e inclusiva, tal como debe ser la Iglesia, familia de los hijos de Dios, donde la hospitalidad y la acogida, valores típicos de la cultura indígena, son esenciales”.

"Es Jesús quien nos reconcilia entre nosotros en la cruz"

El Papa recordó el primer encuentro que tuvo este lunes en Maskwacis con los pueblos indígenas: “Me duele pensar que algunos católicos hayan contribuido a las políticas de asimilación y desvinculación que transmitían un sentido de inferioridad, sustrayendo a comunidades y personas sus identidades culturales y espirituales, cortando sus raíces y alimentando actitudes prejuiciosas y discriminatorias, y que eso también se haya hecho en nombre de una educación que se suponía cristiana”.

Tras reflexionar por la mañana sobre la palabra “Memoria”, esta tarde el Santo Padre quiso meditar sobre “Reconciliación”: “Es Jesús quien nos reconcilia entre nosotros en la cruz, en aquel árbol de la vida, como les gustaba decir a los primeros cristianos”. “Ustedes, queridos hermanos y hermanas indígenas, tienen mucho que enseñarnos sobre el significado vital del árbol que, unido a la tierra por las raíces, da oxígeno por medio de las hojas y nos nutre con sus frutos”, ha subrayado el Papa.

"Nada puede borrar la dignidad violada, el mal sufrido, la confianza traicionada

Francisco ha continuado subrayando que comprende el cansancio “al ver cualquier perspectiva de reconciliación en quien ha sufrido tremendamente a causa de hombres y mujeres que tenían que dar testimonio de vida cristiana. Nada puede borrar la dignidad violada, el mal sufrido, la confianza traicionada”.

Según el Papa, “es necesario empezar de nuevo” y es Jesús que “no nos propone palabras y buenos propósitos, sino la cruz, ese amor escandaloso que se deja atravesar los pies y las muñecas por los clavos y traspasar la cabeza por las espinas. Esta es la dirección a seguir, mirar juntos a Cristo, el amor traicionado y crucificado por nosotros; ver a Jesús, crucificado en tantos alumnos de las escuelas residenciales”.

"Hay que levantar la mirada a Jesús crucificado, hay que obtener la paz en su altar"

“Si queremos reconciliarnos entre nosotros y dentro de nosotros, reconciliarnos con el pasado, con las injusticias sufridas y la memoria herida, con sucesos traumáticos que ningún consuelo humano puede sanar, hay que levantar la mirada a Jesús crucificado, hay que obtener la paz en su altar”, ha afirmado el Sucesor de Pedro.

El Papa ha continuado su discurso: “Mientras Dios se presenta sencilla y humildemente, nosotros tenemos la tentación de imponerlo y de imponernos en su nombre. Es la tentación mundana de hacerlo bajar de la cruz para manifestarlo con el poder y la apariencia. Pero Jesús reconcilia en la cruz, no bajando de la cruz”.

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Que la Iglesia "sea la casa donde conciliarse nuevamente"

Francisco ha pedido “en nombre de Jesús, que esto no vuelva a pasar en la Iglesia. Que Jesús sea anunciado como Él desea, en la libertad y en la caridad, y que cada persona crucificada que encontremos no sea para nosotros un caso que resolver, sino un hermano o una hermana a quien amar, carne de Cristo a la que amar. ¡Que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, sea cuerpo vivo de reconciliación!”

El Pontífice ha pedido que la Iglesia sea “la casa donde conciliarse nuevamente, donde reunirse para volver a comenzar y crecer juntos. Es el lugar donde se deja de pensar como individuos para reconocerse hermanos, mirándose a los ojos, acogiendo las historias y la cultura del otro, dejando que la mística de estar juntos tan agradable al Espíritu Santo favorezca la sanación de la memoria herida”.

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"Esta es la Iglesia, un templo con las puertas siempre abiertas"

“Esta es la Iglesia – y ojalá fuera siempre así -, no un conjunto de ideas y preceptos que inculcar a la gente, sino una casa acogedora para todos. Esta es la Iglesia – y ojalá fuese siempre así -, un templo con las puertas siempre abiertas, donde todos nosotros, templos vivos del Espíritu, nos encontramos, servimos y nos reconciliamos”, ha afirmado el Papa.

“Queridos amigos, los gestos y las visitas pueden ser importantes, pero la mayor parte de las palabras y de las actividades de reconciliación ocurren a nivel local, en comunidades como esta, donde las personas y las familias caminan a la par, día tras día. Rezar juntos, ayudar juntos, compartir las historias de vida, las alegrías y las luchas comunes abre la puerta a la obra reconciliadora de Dios”, ha subrayado Francisco.

"Dios camina con nosotros y le gusta encontrarnos juntos, reunidos, en concilio"

Por último, el Santo Padre ha querido utilizar una imagen para resumir sus palabras: “En este templo, sobre el altar y el sagrario, vemos las cuatro estacas de una típica tienda indígena. La tienda tiene un gran significado bíblico. Cuando Israel caminaba en el desierto, Dios habitaba en una tienda que se instalaba cada vez que el pueblo se detenía. Era la Tienda del Encuentro. Nos recuerda que Dios camina con nosotros y le gusta encontrarnos juntos, reunidos, en concilio”.

Dios pone su tienda entre nosotros, nos acompaña en nuestros desiertos; no vive en palacios celestiales, sino en nuestra Iglesia, y desea que sea casa de reconciliación”, ha concluido el Papa su discurso en su encuentro con los miembros de la comunidad parroquial de la Iglesia del Sagrado Corazón en Edmonton.

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