Católicos en Irán, una minoría silenciada
Ahora que el "país de los ayatolás" vuelve a los titulares por las numerosas protestas de los ciudadanos contrarios al régimen, nos paramos a analizar como viven nuestros hermanos católicos en Irán.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Irán es un país consagrado al Islam desde 1979. Tras la Revolución Islámica, el país se convirtió en una república teocrática, en la que la religión de Mahoma envuelve todas las facetas de la vida diaria. Empezando por su nombre oficial (“República Islámica de Irán”) y siguiendo por su Constitución. Con estos mimbres, no es raro que el 96 % de la población se declare chiíta.
Pero Irán también alberga una pequeña comunidad de católicos, cuya fe sobrevive a pesar de las duras restricciones que impone el régimen de Teherán. En Irán viven unos 8.000 fieles que pertenecen a las comunidades armenia, caldea y latina. A estos se suman los católicos extranjeros que, por razones de trabajo u otros motivos, residen en el país, hasta llegar a un total de 21.000. Son comunidades microscópicas que gozan de libertad, pero dentro de los confines de las iglesias. Por supuesto está totalmente prohibida la evangelización y también las conversiones procedentes del Islam.
Un aspecto interesante es el trabajo de Cáritas Irán. Inicialmente su labor se limitaba a proyectos pequeños para la comunidad cristiana, pero después del devastador terremoto de 2003 empezó a operar a mayor escala gracias al apoyo de Cáritas Internacional y ahora sigue muy activa.
Es verdad que en Irán hay seguridad para los cristianos, pero eso no significa que gocen de los mismos derechos que sus vecinos musulmanes. Por ejemplo, hay muchos médicos armenios pero ninguno de ellos puede ser jefe de un departamento; hay muchos militares, pero ninguno llega a coronel. Y lo mismo pasa con los profesores. La comunidad latina se concentra en Teherán, y está confiada a los salesianos. Esta es una comunidad internacional que recoge, juntos a unos pocos iraníes, a diplomáticos y trabajadores extranjeros.
El obispo Ignacio Bedini, que está en Irán desde hace 50 años y ha vivido todos los avatares del país, desde el Sha de Persia a la irrupción de Jomeini, se ha lanzado a construir la catedral de los latinos, dedicada al Sagrado Corazón. Se trata de hacer presente a la comunidad en los nuevos barrios de la capital. El presidente Rouhani les ha concedido el terreno, pero el proyecto debe someterse a la regla de que la fachada no sea visible desde la calle. Y es que, en buena medida, los cristianos viven como en un gueto, tolerados pero bastante aislados del resto de la sociedad. La ola reformista del presidente Rouhani les ha dado algunas esperanzas, pero temen que sea algo pasajero.