El Bautismo del Señor

Hemos vivido el Nacimiento del Señor el 25 de diciembre, adorado por el Pueblo Judío. Hemos recordado su Manifestación a los gentiles con la Estrella que guio a los Magos hasta el Portal. Hoy terminamos el Tiempo de Navidad con la celebración del Bautismo del Señor. Así finalizan los días del Nacimiento del Salvador. 

Cuando Jesús culmina su vida oculta, a los treinta años, marcha al Jordán donde será bautizado por Juan Bautista. Este Bautismo es preparación para la venida del Mesías y su Salvación sobre el género humano. 

Este signo es prefiguración del Bautismo Sacramental que instituirá Cristo antes de subir a los Cielos, y que tendrá el poder de borrar el pecado original con el que todos nacemos, devolviéndonos la Gracia para ser hijos de Dios y miembros de la Iglesia. Pero no va más allá. 

Por eso Jesús se hace bautizar para presentarse al Pueblo Elegido, pero no porque tenga pecado ni necesite conversión. Tal y como recuerdan los evangelistas, cuando el Señor sale del río, después de echar agua sobre su cabeza el Bautista, los Cielos se abren y baja el Espíritu Santo en forma de Paloma, aleteando sobre Cristo.

Mientras desde una nube se oye la voz del Padre, que se complace en su Hijo Amado. La Iglesia de Oriente celebraba el 6 de enero la Epifanía y el Bautismo del Señor. Los cristianos en Occidente por su parte, pusieron la Fiesta del Bautismo el Domingo siguiente a Reyes. 

Pero donde no es fiesta civil la Epifanía se pone el domingo entre el 2 y el 8 de enero Por eso algunos años la Epifanía puede coincidir con el Domingo del bautismo en Occidente. Entonces los orientales fijan el Bautismo el lunes posterior a la Epifanía.