Domingo IV de Cuaresma (Laetare)

En el caso del Domingo Laetare, ante la proximidad de los Misterios Pascuales de la Redención del hombre, la Iglesia se apoya en las palabras del Apóstol San Pablo cuando dice "La Salvación está más cerca que cuando empezamos a creer". Junto a este Pasaje tomado de la Carta a los Romanos, también la Iglesia echa la vista al Antiguo Testamento con las palabras del Profeta Isaías donde dice "Salta de Gozo Jerusalén y alegroas los que por ella llevastéis luto porque os saciaréis de sus consuelos". Por ello la celebración de este día rompe con el ayuno riguroso y la sobriedad de este tiempo penitencial. Los altares se permiten poner alguna flor y algún otro adorno, no excesivo, pero sí que muestre el sentido de atenuar los sacrificios. El color de los ornamentos litúrgicos es rosáceo y no morado. Este domingo también se denominó "De las rosas". Dicha costumbre tiene su origen en el siglo X, ya que el Papa iba de San Juan de Letrán a la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén con una rosa de oro en la mano izquierda. Tras bendecir al pueblo retornaba a San Pedro. Esa rosa de oro fue motivo de obsequio a muchos nobles que visitaban al Pontífice. Actualmente usan esa rosa para los Santuarios distinguidos como cuando el Papa emérito Benedicto XVI depositó una a los pies de la Virgen de Fátima.

Iconografía: La representación del día es con el color rosáceo de los ornamentos litúrgicos.