Santos Félix y Digna, mártires de Fe
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España fue Tierra de mártires que alabaron con su sangre al Cordero sin defecto ni mancha. Hoy celebramos, precisamente, a los Santos cordobeses Félix y Digna, imbuidos del amor del Divino Corazón hasta derramar su sangre por Él. Su muerte tuvo lugar en el siglo IX. Ambos pertenecían al Monasterio de Tavana del que también dependió San Fándilas. Digna, es oriunda de la capital cordobesa.
Había vivido como religiosa contemplativa en el cenobio femenino al que atendían los propios religiosos Tavanenses. Así vivió el carisma de la entrega total a Dios alabándole día y noche, desde la vida de oración, pobreza, castidad y obediencia, como se requiere para estar en un Convento. Félix, por su parte, no había nacido en este lugar, sino que había visto la luz en Alcalá de Henares, en Madrid.
Posteriormente pasó un tiempo de formación y oración en la parte de Asturias, donde recibió el hábito monacal, para adentrarse en la realidad de la vida contemplativa, hasta que fue destinado a Córdoba, también al Monasterio Tavanense. Así fue encontrando su camino de Santificación. Su fidelidad al Evangelio de Cristo, les hizo ser valientes testigos en medio de la persecución. No tienen miedo a que les persigan.
Cuando les descubren como cristianos son declarados reos de muerte. Ambos son condenados a morir degollados, recibiendo el impulso de San Fándilas, que les animó a perseverar en su entrega a la causa del Reino, derramando su sangre si es preciso. Después de ser decapitados según lo prescrito, los cuerpos de San Félix y Santa Digna fueron quemados y arrojados al río Guadalquivir, intentando así que los fieles cristianos no les enterrasen, ni les diesen el culto debido.