"La declaración de Álvaro García Ortiz ante el Supremo pone de los nervios al aparato Monclovita"

¿Usó el fiscal general del Estado su cargo, la institución, para vulnerar la intimidad y el derecho a la defensa de un ciudadano particular, pareja, de una adversaria política del presidente? Esa es la pregunta y la acusación. Eso es lo que tiene que dilucidar el Tribunal Supremo. ¿Lo hizo porque se lo ordenó el presidente del Gobierno? Esa es la acusación más gravísima de Isabel Díaz Ayuso.

Lo que es obvio es que la declaración de Álvaro García Ortiz ante el Supremo pone de los nervios al aparato Monclovita. Pero si no quieres caldo, toma dos tazas. Tendrá que hacerlo en dos ocasiones. El día 29 como imputado por, presuntamente, filtrar información confidencial de un particular. Y un día antes, el 28, comparece ante los jueces que decidirán si es legal su nombramiento. Si le destituyen, quebrarán la estrategia del Gobierno para controlar el poder judicial. Ese y no otro es el objetivo. Y las tentativas varias. La amnistía, el control de la fiscalía o la anulación de la acusación popular.

Quizá por eso, porque ya se empiezan a ver las costuras, hoy el rey ha recordado cuál es la esencia de la democracia: “La democracia no es solo la conquista de una ocasión histórica, sino el fruto de una exigente y delicada labor diaria. Una responsabilidad que concierne a todos, autoridades y ciudadanos. De manera cotidiana, con acatamiento de sus normas y respeto a sus valores y equilibrios, como la tolerancia, el pluralismo, la separación de poderes, la transparencia y la rendición de cuentas”.