El Templo de Debod y el espíritu del faraón
Si estas piedras pudieran hablar, nos aclararían si albergaron la cuna del dios Horus, porque cuenta la leyenda que exactamente donde la diosa Isis dio a luz a Horus
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Si las piedras
l
, en Madrid, pudieran hablar, nos contarían historias increíbles ocurridas
sde que lo construyeron, hace más
2.200 años; nos hablarían
su primera vida en Egipto, en
, en medio
l
sierto, donde hoy la segunda presa
Asuán esconde bajo sus aguas secretos
dioses y humanos.
Si estas piedras pudieran hablar, nos aclararían si albergaron la cuna
l dios Horus, porque cuenta la leyenda que exactamente donde la diosa Isis dio a luz a Horus,
rey Adijalamani, mandó construir este
y que, durante mucho tiempo, fue un concurrido lugar
peregrinación al que los seguidores
la diosa acudían para
jar las ofrendas y solicitar la protección
Isis. También nos sacaría
dudas acerca
si Adijalamani era “sólo” rey o faraón como se muestra en los relieves
l
en los que aparece como tal realizando ofrendas a los dioses.
Si cada uno
los 1.356 bloques que conforman este
tuvieran voz, nos recordarían que estaban condenados a
saparecer bajo las aguas, hasta que España respondió a la llamada
la UNESCO para su rescate. Eran los comienzos
la década
los sesenta y no abriría sus puertas al público hasta 1972, reconstruido bloque a bloque tras un largo viaje en barco
sde Egipto en
que se perdieron muchas cajas con bloques irrecuperables.
sde entonces, orientado
Este a Oeste, como lo estaba en su lugar original, porque así lo habían
cidido los astrónomos
l antiguo Egipto, para que su eje siguiera
camino
l sol y hasta hace poco, rodeado
un estanque en memoria
l purificador que lo rodeaba en su origen, se recorta contra
horizonte
azules amaneceres madrileños y atardeceres
fuego, en lo alto
la Montaña
Príncipe Pío, donde estuvo
Cuartel
la Montaña
triste y terrible recuerdo, a unos pasos
la icónica Plaza
España y soportando inclemencias, vandalismos y contaminación.
Cuando yo crucé su puerta por primera vez en septiembre
1975, en su interior lo mismo anidaban palomas, que te encontrabas con una pareja
jóvenes compartiendo su primer beso al abrigo
miradas indiscretas. Entonces, en la penumbra típica
los lugares sin iluminación artificial, era casi imposible
scubrir toda la belleza
l interior. Tuvieron que pasar años hasta que la restauración y una excelente iluminación, nos ha permitido disfrutar
todo
esplendor
los grabados que ofrece esa pequeña maravilla milenaria, nacida en
sierto egipcio.
Hoy, adentrarse en sus salas, es hacer un extraordinario recorrido por su historia, por la grandeza
l Egipto
los faraones, incluso por la
emperadores romanos que
jaron su impronta en sus paredes y por la huella vandálica
quienes, a lo largo
l tiempo,
jaron su firma y la fecha
su visita.
Este lugar fascinante, tiene también su halo
misterio y leyenda, una leyenda que
beremos buscar cuando
atardecer que tiñe
rojos imposibles
horizonte nos encuentre allí. Dicen que es en ese momento, cuando
faraón Adijalamani, reencarnado en un
egante y majestuoso gato negro se pasea por las salas
este
que él construyó en honor a Isis. Otros aseguran que se trata
Amon Ra que, con frecuencia, se
tiene para mirar fijamente a quienes osan invadir ese lugar
culto que le había sido inicialmente
dicado.
Es este
, una pequeña y cautivadora muestra
la grandeza
l antiguo Egipto, pero en
corazón
Madrid.