Ninguna utilización partidista de la reconstrucción

A medida que pasan los días se acotan con más precisión las dimensiones de la tragedia producida por la DANA en la Comunidad de Valencia. Las tareas de recuperación, acompañadas del servicio a las víctimas, deben seguir criterios de eficacia para satisfacer las necesidades vitales de los afectados. La coordinación leal entre las instituciones y la cercanía al ciudadano deben ser el marco por el que se rijan las decisiones administrativas una vez que se ha aprendido de los errores pasados. La utilización partidista del proyecto de reconstrucción de las zonas devastadas repele a cualquier conciencia formada en una ética de la responsabilidad y del cuidado.

Por eso sorprende que el presidente Sánchez, a la hora de presentar el Plan de Repuesta Inmediata de Reconstrucción, y anunciar un paquete de 10.000 millones de euros, haya ligado esta ayuda a la aprobación de los Presupuestos, convirtiendo la obligada colaboración del Estado en una especie de chantaje político al principal partido de la oposición. El gobierno de Sánchez se ha caracterizado por gobernar a base de Decretos Ley que sólo necesitan la convalidación del Congreso. Ese mecanismo sería suficiente para garantizar las ayudas a los damnificados por la DANA. Sin olvidar que la Unión Europea ya ha manifestado su voluntad de ser flexible a la hora de que se utilicen los fondos Next Generation para la reconstrucción de las zonas afectadas. Lo que sorprende es que ni siquiera una tragedia de esta magnitud hace que Pedro Sánchez abandone su idea de levantar muros como forma de hacer política.