Línea Editorial COPE: La Iglesia y la Constitución de 1978

La Constitución es hoy el marco jurídico ineludible de referencia para la convivencia de los españoles. En el documento “La Fidelidad de Dios dura por siempre”, los obispos afirmaban que “la Constitución de 1978 no es perfecta, como toda obra humana, pero la vemos como fruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento y como instrumento y primicia de un futuro de convivencia armónica entre todos”.

A los cuarenta y cinco años de nuestra Carta Magna, en medio de un proceso de mutación constitucional, es oportuno recordar la contribución de la Iglesia en España al proceso que condujo a su aprobación. Un proceso fruto del consenso sobre la organización política del Estado y sobre los usos sociales que según los obispos en su texto “Moral y sociedad democrática”, nos “ha traído unos resultados ciertamente positivos”. Por lo tanto, “pretender alterar unilateralmente este ordenamiento jurídico en función de una determinada voluntad de poder, local o de cualquier otro tipo, es inadmisible”.

En este aniversario de nuestra Constitución hay que recordar también a quienes hicieron posible ese consenso que está en la base de la Constitución. No fueron pocos los católicos que, como consecuencia de la coherencia de su vida de fe, en un momento en el que se daba la transversalidad de presencia de católicos en formaciones políticas de diverso signo, dedicaron tiempo y esfuerzo a dar forma a un proyecto de vida en común que superara conflictos, divisiones y enfrentamientos. Aquel proyecto sigue alentando hoy la viabilidad de un proyecto futuro de España, construido entre todos y para todos.