ÁVILA
Morante, Urdiales y De Justo hacen soñar el toreo en Arenas de San Pedro
Los diestros Morante de la Puebla, Diego Urdiales y Emilio de Justo ofrecieron una gran tarde de toros y se repartieron un total de ocho orejas.
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No pudo empezar mejor la función con un primer "torrestrella" bajito y bien hecho, un "zapatito" que se dice en la jerga, que, además, fue de dulce por lo noble y enclasado que fue, un toro para soñar el toreo como así hizo Morante de la Puebla, que está también de dulce, y hoy lo volvió a demostrar en Arenas de San Pedro.
Las verónicas rodilla en tierra ya tuvieron regusto, como también el galleo posterior por chicuelinas para poner en suerte, y qué decir lo que sucedió en la muleta, recreándose a derechas y bordando el toreo al natural, jugando con los vuelos, pulseando a la perfección con esas muñecas privilegiadas, acompañando con la cintura, encajado, ajustado y toreando por derecho.
Faena excelsa del sevillano, que cerró faena con un molinete rodilla en tierra antes de enterrar el estoque, que, aunque cayó un punto caído, no fue óbice para que paseara las dos primeras orejas de la función.
Lo que pasó en el cuarto fue inexplicable. Salió uno de San Pelayo que, al arrastrar los cuartos traseros, fue devuelto. En su lugar salió un sobrero del mismo hierro que al estar un poco atrancado de atrás propició que desde el palco asomara otra vez el pañuelo verde ante el desconcierto general y del propio Morante que sacó su propio pañuelo de la chaquetilla como diciéndole al usía que qué hacía.
De pronto volvió a asomar un pañuelo blanco desde el balconcillo de presidencia, se picó al toro, se banderilleó y Morante se dispuso a torearlo de muleta. ¿Donde quedó aquella tela verde entonces? ¿Se revisó en el VAR? Un auténtico despropósito.
El caso es que el de San Pelayo sirvió en la muleta y Morante, después de probarlo por uno y otro pitón como si no fuera bueno, al final se puso de verdad y creó otra faena rotunda en la que volvió a torear a cámara lenta ante unos tendidos que se conviertieron en un auténtico manicomio. Pinchazo, estocada y oreja para Morante de un toreo ¡devuelto!.
El primero de Urdiales, de Torrestrella, fue un toro desrazado que ya en el capote se venía muy por dentro y después apenas se empleó en la muleta, con la cara a media altura, sin pasar ni humillar.
La suerte que tuvo el toro fue que cayó en manos del riojano, que, pese a tantos inconvenientes, logró sacar agua de un pozo vacío y todo a base de hacer las cosas a la perfección: Colocación inmaculada, y la suavidad y el temple como armas infalibles para lograr muletazos de buena factura por el derecho. Cortó una oreja.
Y dos logró Urdiales del quinto, otro toro de pocas opciones por su extrema sosería pero al que el de Arnedo fue haciendo poco a poco hasta conseguir pasajes de su clasicismo y excelente concepto de la tauromaquia, pulseando las embestidas con gran naturalidad y bordando el toreo por el izquierdo en el tramo final de una faena de menos a más y largo metraje -sonó un aviso antes de entrar a matar-.
Pero en el recuerdo queda la dimensión mostrada por Diego Urdiales, ese toreo tan excelso, tan puro y tan a cámara lenta.
Emilio de Justo volvió a mostrar hoy que es otro de los grandes nombres propios de este 2021. Ya en su primero mostró pronto sus cartas con un arrebatado saludo capotero por delantales y verónicas ante un toro que metió bien los riñones en el caballo y que rompió en la muleta con bravura, clase y mucha fijeza.
Un toro propicio para que el cacereño le cuajara una obra muy rotunda, vaciándose y descolgándose de hombros por el derecho para pegar muletazos soberbios, como también lo fueron los de pechos y otros remates como la trincherillas o las manoletinas finales. Un extraordinario volapié dio paso a dos orejas de ley.
No redondeó en el sexto, un toro al que le faltó recorrido y con el De Justo dejó pasajes sueltos de buen aire dentro de una faena sin rúbrica con los aceros.
Arenas de San Pedro (Ávila), domingo 17 de octubre de 2021. Casi lleno.
Tres toros de Torrestrella (los tres primeros) y tres de San Pelayo (el cuarto como sobrero), de buenas hechuras, pobres de cara y de juego desigual. Destacaron primero y, sobre todo, el tercero, un gran toro. También sirvió el cuarto. Sin raza el segundo; el quinto pareció mejor de lo que fue en manos de Urdiales; y desfonda el sexto.
Morante de la Puebla, dos orejas y oreja.
Diego Urdiales, oreja y dos orejas tras aviso.
Emilio de Justo, dos orejas y palmas tras aviso.