Semana Santa 2022

El capataz de la Esperanza de San Francisco: "Sólo yo tengo la culpa"

Álvaro Barba exculpa a la junta de las Cinco Llagas ante los hechos que impidieron que, por la situación de la cuadrilla del paso de palio, la Hermandad no completara su estación

El capataz de la Esperanza de San Francisco: "Sólo yo tengo la culpa"

Gabriel Álvarez

Jerez - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Una carta firmada por Álvaro Barba y divulgada por la junta de gobierno de la Hermandad de las Cinco Llagas explica la situación creada durante la pasada madrugada de Viernes Santo para que la cofradía no sólo no pudiera completar su recorrido hasta la Catedral sino que originara el mayor escándalo costalero de las últimas décadas. El capataz sale al paso de este modo tras unos hechos que estaban en boca de todos y ante los que la equipo directivo que preside el hermano mayor Ernesto del Castillo no se había pronunciado hasta el momento.

Conócela aquí. En ella indica que "quiero manifestar públicamente que sólo yo tengo la culpa de lo sucedido en la pasada Madrugada Santa". Y procede a dar una explicación de lo sucedido: "Desde que se realiza el primer relevo en la calle Santa María, compruebo que no parecen todos los costaleros citados; algunos que salían del paso estaban enfermos por agotamiento tras haber cargado días anteriores de la Semana Santa, y otros se quedan detrás del paso sin querer volver a meterse".

El capataz de la Esperanza de San Francisco: Sólo yo tengo la culpa

Escrito divulgado por las Cinco Llagas en el que el capataz de la Esperanza, Álvaro Barba, explica lo sucedido y pide disculpas

De este modo, abunda el capataz en las causas de una incapacidad para mantener el paso en su recorrido que llamaba sorprendentemente la atención. No en balde, en apenas media docena de calles llega la cofradía desde su sede de la iglesia conventual de San Francisco, en la céntrica plaza Esteve, hasta el Palquillo de entrada en Carrera Oficial, donde el paso de palio de Nuestra Señorsa de la Esperanza quedó sin poder avanzar, al albur de quien pudiera echar un cable y retrasando notablemente a todas las demás que iban por detrás.

Prosigue Barba con los detalles dando cuenta de cómo en la calle Caracuel, visto lo visto, hubo costaleros que se negaran a prestar su herramienta de carga, la molía, a algunas personas dispuestas a echar un cable y que "comprobando la situación se ofrecieron a meterse bajo el paso". Asumiendo toda la culpa, el capataz pone todo el acento en su escrito para exculpar a la Hermandad y a su junta de gobierno a quienes manifiesta "eterno agradecimiento por su confianza en mi persona, por haberme dado todas las facilidades y tener en todo momento un ejemplar comportamiento conmigo".

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