Érase una vez... Rosario de Acuña: defensora de las mujeres y los más débiles

Rosario de Acuña no podía imaginarse hace 100 años que su obra, figura y legado, iban a llegar a los más pequeños. Una iniciativa de la Oficina de Políticas de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón ha hecho posible que un pequeño cuento, de algo más de 20 páginas, explique a través de una serie de ilustraciones y textos la vida y obra de la escritora librepensadora.

Defensa de los derechos de la mujer

El cuento está escrito por Itziar Gutiérrez Tamargo y las ilustraciones corren a cargo de Alicia Arias "Malicia". En toda la obra queda claro que Rosario de Acuña era una luchadora por los derechos de los que menos tenían en aquella época, hablamos de finales del siglo XIX y principios del XX. En uno de los pasajes de la obra se hace referencia a la defensa de los derechos de las mujeres y a los efectos que tuvo en aquella España: "Llegaron a cerrar un teatro donde se representaba una obra suya, e incluso, una vez, tuvo que irse del país por defender a unas chicas que querían estudiar".

La obra, dirigida a los niños, habla de la tenacidad de Rosario Acuña, a la hora de animar a las mujeres a acceder al mundo laboral, que de aquella estaba dominado por los hombres: "Ella las animaba, y les decía que eran capaces de todo, como por ejemplo ser médicas, abogadas, ganaderas", se comenta en un episodio del cuento.

Rosario Acuña ejerció el periodismo, en aquella época, y en todos sus artículos trataba de defender los derechos de los más débiles. Hacía una denuncia contra la desigualdad social entre los hombres y mujeres. Desde el año 1884, destacaron sus colaboraciones en el semanario madrileño "Las dominicales del libre pensamiento".

Sus últimos años en Gijón

En el año 1905, fallece su madre en Santander. Tras el fallecimiento de su madre y la presión de los dueños de la granja en la que vivían para que la abandonase, Rosario Acuña decide trasladarse a Asturias. En Gijón, gracias a la colaboración del Ateneo-Casino Obrero, empieza a construir una casa en una zona de acantilados que se llamaba y se llama "El Cervigón". En el año 1910 finaliza la construcción de la casa y Rosario Acuña fija su residencia, al borde del mar, en la bella capital de la Costa Verde.

Desde su casa de El Cervigón, Rosario Acuña sigue escribiendo artículos y ensayos en los que defiende el papel de la mujer y critica a todos aquellos que tratan de frustrar el crecimiento y desarrollo de las mujeres en el ámbito del trabajo y la Universidad. Unos de esos artículos fue el que se publicó en el Heraldo de Madrid, en el que mostraba su indignación e ironizaba a cerca de los insultos recibidos por unas alumnas de la Universidad Central de Madrid, por parte unos estudiantes

Ese artículo de Rosario Acuña desató una huelga de estudiantes. El gobierno decidió apoyar a los huelguistas y planteó el procesamiento de Rosario.

Exilio en Portugal

Ante la posibilidad de ingresar en prisión, Rosario Acuña decidió exiliarse en Portugal, coincidiendo con la instauración de la república lusa. Dos años más tarde, en 1913, pudo regresar a España gracias al indulto propuesto por el conde de Romanones, quien justificó el perdón para la escritora, periodista y librepensadora, con estas palabras: "Rosario de Acuña, que debe tener más años que un palmar, ha de volver a la Patria, porque es una figura que la honra y enaltece".

Rosario Acuña murió a causa de una embolia cerebral en Gijón, el 5 de mayo de 1923, en su casa de El Cervigón. En esa casa, junto al mar, está ubicado un centro de cultura municipal que recibe el nombre de la escritora, periodista librepensadora y defensora de los derechos de la mujer. Con motivo del centenario de su muerte se están celebrando diferentes exposiciones y actos para recordar su figura, obra y legado.

Broche final a los actos del centenario

El Ayuntamiento de Gijón tiene previsto cerrar los actos del centenario del fallecimiento de Rosario Acuña con la publicación de un libro que recuerde la historia y vida de la escritora librepensadora, que está siendo elaborado por el Cronista Oficial de Gijón, Luis Miguel Piñera.