Álvaro Marín, sacerdote.

Álvaro Marín, un joven segoviano. Este es el nombre de nuestro protagonista de hoy. Para la diócesis de Segovia, Álvaro no es un joven más, y menos en estos días. Segoviano, joven y sacerdote de Jesucristo desde este domingo, 20 de junio. Algunos dirán que con los tiempos que corren esto es casi un milagro. Pero la realidad es que todavía hoy quedan jóvenes valientes que siguen escuchando la llamada del Señor.

El Espejo ha estado hoy centrado en la persona de Álvaro. Por nuestros micrófonos, con él como testigo, han pasado familiares y amigos que nos han hablado del Álvaro niño, hombre y enamorado del Señor.

Mari Cruz, su madre, además de reconocer que de pequeño era un «trasto», nos habla de su personalidad inquieta, valiente y que sabe escuchar y buscar la parte buena de las personas. Asombro y admiración le causa a Mari Cruz la decisión de su hijo de ser cura en estos tiempos. Su padre, Fernando, se queda con la responsabilidad que siempre ha demostrado Álvaro en su vida cotidiana. Y nos confiesa que la decisión de su hijo le llena de orgullo. Y le da un último consejo: que escuche a la gente. En un ambiente social poco propicio para manifestar a los demás el interior de cada uno –nos dice– muchas personas necesitan ser escuchadas.

Nano, como le llama cariñosamente a su hermano , Fernando es, nueve años mayor que él. A pesar de la diferencia de edad, siempre se han llevado muy bien y han compartido juegos y aficiones. Lo que más admira Fernando de su hermano es su vocación y claridad de ideas, y la falta de complejos por su decisión en un entorno social poco dado al reconocimiento de los sacerdotes. Su consejo: que siga caminando, que disfrute y que siga siendo él mismo en todo lo que haga.

Jaime es sacerdote en la diócesis de Mondoñedo-Ferrol desde hace unos meses y el amigo elegido por Álvaro para ser entrevistado por El Espejo. En el seminario de Salamanca han compartido estudios, ocio y su afición por los deportes y, por supuesto, le acompañó el domingo en la Catedral como en su momento hizo Álvaro con él.

Por último, hemos escuchado las palabra de Gaspar, el rector del teologado de Ávila donde se ha formado Álvaro para su nueva misión en la Iglesia. Palabras llenas de afecto y de últimos consejos para él y, si lo miramos bien, para todos. Tomen nota, son estos: «No te quedes en la “zona de confort”»; «Serás hombre para los demás si primero eres hombre para Dios»; «Dios lo entrega todo pero también lo pide todo»; «La felicidad en la vida es proporcional a la entrega que uno hace de sí mismo».

Álvaro Marín, un joven segoviano. Y a partir de ahora, un sacerdote en medio de su pueblo. Un hombre de fe que tiene claro que, precisamente por ella, tiene una mayor responsabilidad en la vida y también por ella, está dispuesto a entregarse de aquí en adelante.