LA LITURGIA DE LAS HORAS: ORACIÓN DE LA IGLESIA

El primer invitado del último espejo de febrero ha sido Gonzalo Pedroche, laico que, al frente de un grupo al que coordina, anima la liturgia en las comunidades cristianas de varios pueblos de la diócesis de Segovia. Con él, hablamos de la liturgia en este tiempo de Cuaresma.

Lo primero que señala es que ésta es la oportunidad que el calendario nos brinda cada año para purificarnos de lo que nos sobra en orden a mejorar la relación que debemos a Dios, a los demás y a nosotros mismos. Así entendidos, los ejercicios de ayuno, oración y caridad que practicamos en este tiempo fuerte nos ayudan a prepararos mejor para la Pascua. Además, en esta época de COVID, la Cuaresma nos puede ayudar a conocer y afrontar mejor nuestras limitaciones. Para muchos cristianos, la pandemia sí que está siendo un tiempo de ayuno de muchas cosas cuya falta ya va pesando, de oración profunda y de caridad y atención solícita a quien está sufriendo. Sí, la Cuaresma puede ser una escuela de fe y compromiso.

Además, Gonzalo nos introduce en las celebraciones de la liturgia de las horas –en especial, de las Vísperas–, que es oración de la Iglesia y que ya el Concilio Vaticano II anima a retomar por parte del pueblo de Dios. La liturgia de las horas, concluye, es mucho más que un simple acto devocional: es el ejercicio del sacerdocio al que está llamado todo bautizado. Y contribuye, en gran medida, a reforzar las pequeñas comunidades en el espacio rural, donde las estructuras antiguas de un cristianismo masivo ya no son válidas, en su opinión.

Alberto Herreras nos trae hoy la azarosa historia del convento de la Santísima Trinidad, hoy sede de la Dirección Provincial de Educación, en la calle José Zorrilla de la capital, levantado por la orden trinitaria a mediados del siglo XVI y que ha servido de hospital de franceses en la guerra de la independencia y de hospital militar hasta mediados del siglo XX. Algunos de sus bienes y los de su iglesia se hallan hoy repartidos en otras parroquias de la ciudad.

La sección de El Laico ante el Espejo hace un pequeño homenaje a nuestros consagrados, algunos de los cuales ya han sido vacunados de COVID en sus conventos y monasterios, debido, en la mayoría de los casos, a su edad y al régimen de estrecha convivencia que impone la vida comunitaria. Su labor durante la pandemia ha sido ejemplar, en especial al principio de la misma, dando un paso al frente y poniéndose al servicio de toda la sociedad cuando todos los demás, en especial los políticos, parecíamos paralizados ante la tragedia que comenzaba a asomar a nuestras vidas. La vida consagrada en nuestra diócesis es un regalo del Señor. Cuidémosla y oremos por ella, como ella hace por todos.

Para finalizar el programa, Manos Unidas ha puesto hoy en las nuestras el cuento titulado «El voluntario mendigo», la bella historia de un hombre indigente que, a pesar de su situación personal, se siente llamado a desvivirse por los demás. «Ayúdanos y te ayudaremos», decía un cartel. ¿Qué podría él ofrecer? A pesar de todo, se pone en camino y encuentra un lugar de solidaridad abierto para todos, representado por dos manos de distinto color que abrazan y sostienen el mundo.