INCENDIOS
Dos años después de los graves incendios, Navarra apela a la prevención y colaboración
En solo unos días se quemaron más de 15.000 hectáreas de terreno, un 80 % de las cuales eran forestales y el 20 % restantes agrícolas
Pamplona - Publicado el - Actualizado
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Navarra experimentó hace ahora dos años uno de los episodios de incendios forestales más devastadores de su historia, cuando en solo unos días se quemaron más de 15.000 hectáreas de terreno, un 80 % de las cuales eran forestales y el 20 % restantes agrícolas.
Fue en junio de 2022, cuando tras un invierno "tranquilo" en términos de incendios forestales, con solo 250 hectáreas afectadas, el verano estuvo marcado por eventos "extraordinariamente graves", ya que este evento no solo se destacó por su magnitud, sino también por las severas consecuencias en términos de protección civil.
Alrededor de 9.000 personas tuvieron que ser evacuadas debido al rápido avance de las llamas, que en algunos casos llegaron a penetrar en núcleos urbanos y destruyeron viviendas, ha recordado el Ejecutivo foral en una nota.
Se trata de una memoria que permanece muy viva estos días, cuando el Gobierno foral pone en marcha la actualización de su plan para la prevención, vigilancia y extinción de incendios. Además, Navarra está fortaleciendo sus recursos en prevención, resiliencia y adaptación a estos efectos del cambio climático, a través de las investigaciones y acciones recogidas en el proyecto europeo LIFE NAdapta.
Las mismas fuentes recuerdan que a pesar de la gravedad de los incendios de 2022, no se registraron pérdidas humanas, algo notable dadas las condiciones extremas, tanto de condiciones meteorológicas y del terreno y vegetación, ideales para la propagación rápida y violenta de los incendios, como por la simultaneidad de estos fuegos, que agravó la situación al comprometer la disponibilidad de medios.
Muchos de los montes afectados pertenecen a sistemas mediterráneos, que están adaptados al fuego como un agente natural. Las áreas conformadas por matorrales, pastizales, coscojares y quejigares, así como masas mixtas de estas especies, se espera que se recuperen rápidamente, aunque esta recuperación requerirá una evaluación continua para asegurar su éxito, según las mismas fuentes.
Respecto a las repoblaciones de coníferas afectadas, las especies más impactadas fueron el pino laricio y el pino alepo. Se prevé una regeneración natural significativa en las masas de pino alepo, mientras que las áreas de pino laricio que hayan sido irreversiblemente afectadas estarán sujetas a planes de recuperación específicos.
El episodio de incendios de junio de 2022 se destaca en la historia de Navarra no solo por su magnitud, sino también por la simultaneidad y severidad de los fuegos. Antes de este evento, el incendio más devastador registrado en la región había sido el de la comarca del Bidasoa en 1989, que afectó 7.430 hectáreas, casi todas arboladas.
Otros incendios significativos incluyeron el de Petilla de Aragón en 1994, con 1.600 hectáreas quemadas, y el gran incendio forestal de la Zona Media de Navarra en 2016, que afectó 3.538 hectáreas.
Acciones adaptativas del proyecto LIFE NAdapta
La experiencia de los incendios de 2022 subraya la importancia de las medidas de adaptación y gestión forestal para mitigar los impactos del cambio climático. A medida que las condiciones climáticas extremas se vuelven más frecuentes, es crucial implementar estrategias de adaptación tempranas y bien planificadas para limitar los efectos negativos y, cuando sea posible, aprovechar los impactos positivos. Esto no solo asegurará un mejor futuro, sino también un ahorro económico significativo a largo plazo.
En el contexto del cambio climático y los crecientes riesgos de incendios forestales, el proyecto europeo LIFE-IP NAdapta-CC que lidera la Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra ha implementado una serie de medidas para la prevención, gestión y recuperación de áreas afectadas por incendios.
Dentro de la acción C4.6 del proyecto, en su finca de Sabaiza, la sociedad pública INTIA realiza acciones de silvopastoralismo tras la propuesta del servicio Forestal de Medio Ambiente de emplear ese espacio para hacer experimentación en materia de prevención de incendios.
Tras un incendio, una de las labores a realizar es la evaluación y extracción de la madera afectada un proceso que en este caso se llevó a cabo a lo largo de 2022 y 2023, con lo que se ha logrado una significativa extracción de madera.
Simultáneamente se realiza un seguimiento continuo de la regeneración natural de la vegetación en las áreas afectadas, aunque la evaluación de la afectación de la vegetación tras un incendio no es inmediata. Como explica Mikel Reparaz, jefe de Negociado de Prevención de Incendios Forestales del Gobierno de Navarra, los efectos de un incendio en la vegetación suelen ser visibles hasta la siguiente primavera.
Es necesario esperar para ver si las plantas que germinan en primavera sobreviven el verano, con los resultados visibles hacia el otoño, y la reacción de las especies varía significativamente.
El silvopastoralismo: una herramienta de gestión y prevención
Una de las estrategias innovadoras que se están implementando es el silvopastoralismo. Este concepto combina el uso ganadero y forestal del monte para gestionar la vegetación y prevenir incendios. Según Reparaz, se trata de manejar el ganado para controlar la vegetación, reduciendo la cantidad de matorral y manteniendo el equilibrio entre el arbolado y los sistemas de pasto.
La jefa de Sección de Gestión Forestal del Gobierno de Navarra, Elena Baeza, destaca que el silvopastoralismo no solo implica que el ganado paste en el monte, sino que se gestione cuidadosamente cómo y dónde lo hace. Esta práctica ha demostrado ser efectiva en la prevención de incendios, como se observó en el incendio de Ujué, donde el fuego se detuvo en una zona intensamente pastoreada.
Otro componente clave en la estrategia de prevención es la identificación y cartografía de los sistemas forestales más vulnerables al cambio climático. Baeza explica que estos mapas de vulnerabilidad permiten priorizar acciones y gestionar el territorio de manera más efectiva. “Con información detallada sobre las áreas más sensibles, se pueden implementar medidas adaptativas para asegurar la resiliencia de los ecosistemas”, detalla.
La prevención de incendios se basa en la gestión forestal continua. Durante el invierno se realizan labores de repoblación y otras acciones para gestionar el combustible del monte. Un monte gestionado es más resiliente frente a perturbaciones como los incendios forestales. Sin embargo, como señala Mikel Reparaz, en condiciones extremas, incluso un monte bien gestionado puede ser vulnerable.
Colaboración e implicación de las entidades locales en los planes
A pesar de esta gestión, el riesgo siempre está presente, por lo que parte del trabajo en prevención está en organizar la regulación del uso del fuego que permita compatibilizar las labores y acciones cotidianas con la prevención de incendio.
Esta regulación y normativa se ha actualizado en el plan de prevención, vigilancia y extinción de incendios forestales del Gobierno, que prohíbe el uso de maquinaria agrícola u otros equipos que puedan provocar chispas, aunque contempla en Navarra algunas excepciones para hacer compatible esta prevención con las labores agrícola y forestal u otras actividades ligadas de la industria u ocio.
Asimismo, la colaboración con las entidades locales, propietarias de los montes, es fundamental en la gestión de los incendios. Tras los incendios de 2019 y 2022, se han establecido políticas de participación activa con los municipios afectados.
Según el Gobierno foral, las entidades locales han desempeñado un papel crucial en la implementación de planes de prevención de incendios y en la gestión de los montes afectados, en especial en los municipios con más riesgo que han llevado a cabo los Planes de actuaciones municipales de incendios forestales (PAMIF).
Es el caso de Legarda, uno de los más afectados por los incendios de 2022, y que "se ha convertido en un modelo de respuesta y prevención ante desastres forestales", después de que en junio de 2022 los vecinos jugaran un papel crucial al impedir que el fuego arrasara completamente el pueblo.
A raíz de esta experiencia, el Ayuntamiento de Legarda implementó un ‘Protocolo de Actuación Local contra Incendios’, integrando medidas preventivas y de recuperación específicas para su entorno.