COMERCIOS TRADICIONALES
Lourdes de la Paragüería Leoz de Bilbao: "Que llueva mucho y con viento"
Representa la 3ª generación de un negocio que abrió sus puertas en 1933. Nos confirma que la reparación de paraguas está "al alza" y que la gente sigue demandando paraguas "buenos"
San Sebastián - Publicado el - Actualizado
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Hay negocios que sobreviven en circunstancias adversas. Son oficios antiguos y comercios casi centenarios que se transmiten de generación en generación como es el caso de la paragüería Leoz que, con 43 m2, se ha convertido en el único establecimiento de este tipo que existe hoy en día en Bilbao. Lo abrió Juan Leoz en la calle Belostikale en el Casco Viejo en 1933 y actualmente lo regenta su nieta, Lourdes, que representa la tercera generación dedicada al negocio de venta y reparación de paraguas.
En Cope Euskadi hemos hablado con Lourdes Leoz quien nos cuenta que desde que abrió su abuelo en 1933 la reparación de paraguas siempre ha existido y nos confirma además que, aunque hubo un momento hace años en que la cosa iba a menos, lleva varios años en que la demanda de reparación "va en aumento".
Además nos cuenta que, a pesar de que existen los típicos paraguas de usar y tirar, la gente sigue demandando "paraguas de calidad". "Queremos paraguas que nos aguanten bien con el viento y claro que se arreglan y que merece la pena arreglarlos" así que su deseo para que el negocio siga funcionando es que "llueva mucho y con viento".
"El paraguas se puede romper por cualquier zona", nos confiesa Lourdes. Lo único que no repara ya son las telas, algo que sí hacían en cambio su aita al que ayudaba su ama, que era modista. La rotura de varillas es una de las reparaciones más demandadas y también arreglos que tienen que ver con el mal uso que hacemos del paraguas cuando "damos golpecitos en el suelo o giramos el paraguas al abrirlo o cerrarlo".
En su establecimiento venden paraguas "de todo tipo". Excepto paraguas "de luto" que hace años que pasaron a mejor vida, hoy todavía se venden paraguas de novias, de madrinas o de Primera Comunión, entre otros.
A Lourdes le "encanta" su trabajo. Le gusta estar detrás del mostrador, hablar con la gente pero lo que más le gusta es andar con herramientas, solucionar problemas y además concibe su trabajo como algo más que un sitio donde ganar dinero porque "hacemos ciudad, hacemos barrio". Añade que tiene clientela que le trata como de la familia y a veces piensa que "en lugar de que me paguen paraguas tenía que pagar yo" por el vínculo creado con sus clientes.
El futuro del negocio es incierto. Lourdes no ha animado a ninguno de sus 2 hijos a que sea su relevo generacional en la paragüería por la situación "garrafal" que vive el comercio. Añade que no lo ha visto claro porque ellos tenían sus propias vocaciones y porque "cada vez hay menos comercio, cierran más locales y hay menos alegría en el sector".