Beatriz, la sastra de Palacio Real que le quitó las manchas a D. Juan Carlos: "Con 12 años zurcía mis muñecas"
La jefa de la Sastrería Histórica cuenta en Fin de Semana con Cristina cómo ha sido trabajar para que España luzca como corresponde en los momentos más importantes
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Poco a poco el turismo va retomando el pulso de las ciudades. No hay más que ver cómo estaba esta semana un precioso rincón favoritos de Madrid: los Jardines de Sabatini. Ajeno a todo ese bullicio y al trasiego de la Calle Bailén, se encuentra a pocos metros la oficina de Beatriz García Martín.
Ella es una figura esencial, una persona indispensable en el día a día del Palacio Real. Es la encargada, todavía, de la Sastrería Histórica del Palacio. Decimos todavía porque Beatriz, “Bea”, está a punto de jubilarse después de 32 años de servicio en el Palacio Real. Desde 1990 ha atendido a Reyes, presidentes, ministros, embajadores y un largo etcétera que han necesitado su pericia con la aguja e hilo.
Beatriz ha estado en Fin de Semana con Cristina, donde ha contado que “han sido unos años muy interesantes, muy bonitos”, y la pericia llegó “por casualidad ya que salió una plaza, y yo no sabía que en Palacio había sastrería, entonces un vecino me avisó, me presenté y tuve la suerte de que me tocó, es una lotería, algo importantísimo para mí, requiere muchísima técnica y hay que hacer las cosas con las que hay que hacerlas. Se conservan cosas de la época de Carlos III y las que se hacen ahora son exactamente iguales, a mano, todo artesanal”.
Ella ha trabajado en todos los actos oficiales de Su Majestad el Rey, y en ellos “todo el personal que se viste tienes que preparar toda la ropa, generalmente cada uno tiene la suya para siempre. Dependiendo del acto y de lo que marque el protocolo, se visten con una ropa u otra, según el nivel de gala, todos, hasta los camareros”.
Hay días y días, como la Pascua Militar o el Día de la Hispanidad, “y todos son importantes y tienen su trabajo”, pero el día más exigente para Bea es “una cena de gala ya que es lo que más conlleva. Es complicado porque pueden venir invitados que no les hayan dicho bien cómo deben vestirse, ahí tenemos que cambiarles nosotros aunque sea una triste pajarita, que la lleve como deba llevarla. Y como es cena es muchísima gente, para empezar muchos camareros. Si alguien viene con ropa que no es del todo adecuada ahí estamos nosotros para subsanarlo. Al haber más invitados la cosa se complica, incluso señoras que se rompen cremalleras o un escote que se desboca, son muchas cosas, casi todo se soluciona”.
Para terminar Beatriz se jubila en breve y recuerda sus años de niña, cómo zurcía sus muñecas: “Cogía trapitos y hacía ropita a las muñecas, cogí la aguja con 12 años y no la he soltado. Después he arreglado desde el vestido de Cristina Fernández de Kirchner a la corbata de Don Juan Carlos”. Para ella, despedirse de este oficio “lo siento muchísimo, es algo que voy a echar mucho de menos”.