Barbosa: "Haber pactado el cupo fiscal con Esquerra ha provocado una fisura entre el PSOE y Junts"
La inmigración circular en el comentario de Sergio Barbosa de este miércoles
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¿Qué tal, buenos días? Saludos de Sergio Barbosa en nombre de la gente que hace posible Herrera en COPE en este miércoles 28 de agosto de 2024.
Hoy es uno de esos días en los que uno se asoma al balcón de este país nuestro y, a pesar de los pesares, no puede evitar pensar aquello de.... “mi españita, si no existiera... habría que inventarla”.
Y es que... hay que ver qué nos gusta una fiesta.
Si viene de la edad media, porque viene de la edad media y las tradiciones hay que conservarlas.
Y si es fruto de una casualidad más cercana, pues también, porque la cuestión es darse a la fiesta.
tomatina de buñol
Es el caso de la Tomatina de Buñol, en Valencia que comenzó un día de agosto de 1945 cuando unos jóvenes se abrieron hueco, con demasiado ímpetu entre la gente, para ver un desfile de gigantes y cabezudos.
Sacaron los codos con tan poco cuidado que hicieron que una persona se cayera al suelo y esa persona pilló tal cabreo que cogió los tomates que había en un puesto de verduras allí cercano y empezó a lanzárselos a los jóvenes de manera que, cuando se dieron cuenta, todo el mundo andaba a tomatazos.
Como les hizo gracia al año siguiente trataron de repetirlo. Y aunque las autoridades franquistas intentaron prohibirlo porque no les parecía muy propio que aquello se convirtiera en tradición, al final, las gentes de Buñol, se impusieron, bajo la premisa de que aquello les gustaba y quedaba muy vistoso.
Así que ahí lo tienen un año más, la tomatina será la protagonista en las calles de Buñol.
Es esa España real esa España sanota que muchas veces vive al margen de las calenturas de la política.
Política a la que ayer se le puso el termómetro en la reunión de la diputación permanente.
Fue una ocasión estupenda, precisamente para eso para tomar la temperatura a los socios del gobierno. Saber con qué ánimos arrancan el curso político los que sostienen a Sánchez.
La diputación permanente, como saben, es como una especie de versión reducida del pleno del Congreso, que se reúne para tomar decisiones en esos momentos del año en el que la cámara no está a pleno rendimiento.
Y ayer, efectivamente, había que decidir si se aceptaban las peticiones de la oposición para que Sánchez y algunos de sus ministros tuvieran que comparecer a explicar los asuntos más polémicos que tenemos sobre la mesa como la crisis migratoria, el cupo catalán o el fraude electoral de Venezuela.
Claro, volver a las votaciones del Congreso para el gobierno es como volver al potro de tortura porque lo último que hizo el ejecutivo antes de irse de vacaciones fue marcharse con otra sonora derrota parlamentaria cuando no fue capaz de sacar adelante la reforma de la ley de extranjería.
Así que había mucho interés en saber qué panorama se iba a encontrar el gobierno, habida cuenta de que este curso político se presenta como un campo de minas para Moncloa.
Cupo catalán
Especialmente, con la guinda del privilegio fiscal para Cataluña que puede ser la línea roja con la que el sanchismo consiga, no sólo que todas las autonomías del PP actúen en bloque, sino que algunos territorios y votantes del PSOE, tampoco puedan seguir el ritmo a Sánchez en su enésima pirueta, con tal de seguir en el poder.
Bueno, llegó el momento de votar y ahí fue cuando empezamos a salir de dudas.
Comenzó a votarse y el gran titular fue que Junts (la tropa de Puigdemont) decidió abandonar el gobierno.
En tres votaciones se unió al PP y en otras tres votaciones se abstuvo, desmarcándose del ejecutivo.
Esto demuestra que haber dejado a Puigdemont sin la Generalitat y haber pactado el cupo fiscal con Esquerra ha provocado una fisura entre el PSOE y Junts, que habrá que ver que tiene de pataleta puntual o de serio problema para la viabilidad de la legislatura.
Puigdemont tiene todo esos enfados en su cabeza, y además Sánchez no ha terminado de garantizarle de momento la impunidad judicial total y absoluta porque lo de amnistiar la malversación sigue encallado.
Pero no nos engañemos. A la hora de la verdad, Junts no encontrará a otro presidente del gobierno más favorable para los intereses del separatismo catalán
Y si Junts tiene una pataleta puntual por más precaria que sea la situación parlamentaria del gobierno siempre habrá socios como Esquerra el PNV o Bildu que salven a Sánchez en el último segundo.
De tal manera, que ayer Sánchez y sus ministros se libraron de comparecer en el Congreso para hablar de la crisis migratoria, Venezuela y Puigdemont gracias a un triple empate.
Se empató una vez y se volvió a votar; se empató una segunda vez y se volvió a empatar y al tercer empate, como recoge el reglamento, las iniciativas quedaron rechazadas.
Desde luego, como termómetro de cómo comienza la legislatura no ha podido ser más ilustrativo.
El Sanchismo sigue viviendo en el alambre, pero el Frankestein tiene una mala salud de hierro que hace que rara vez deje caer a Sánchez para no levantarse.
Es verdad que de vez en cuando, y de forma cada vez más frecuente, le dejan que se dé jardazos y esos jardazos implican que este gobierno ya no es capaz de impulsar o probar grandes leyes porque se niega a dialogar con la oposición y porque sus socios le tienen con esta guerra de guerrillasque el día que no está enrabietado uno está enrabietado el otro.
Pero a Sánchez no le van a dejar caer definitivamente, así como así.
Con lo cual, España se enfrenta al peligro de seguir teniendo a un gobierno que está en el poder pero que no gobierna. Con el añadido de que a Sánchez eso ya le va bien.
Ayer, mismamente, supimos que esta vez el ejecutivo sí se va a molestar en elaborar y presentar unos Presupuestos Generales del Estado (que hombre, algo es algo, porque el año pasado con la convocatoria de las elecciones catalanes, pasó olímpicamente de cumplir con esa obligación constitucional). Pero estamos más o menos en las mismas: porque el gobierno ha dicho, de forma lacónica, que bueno que ellos presentarán las cuentas y que ya dependerá de sus socios, si las aprueban o no.
¿Y si no las aprueban? Pues a seguir con los presupuestos prorrogados y aquí paz y después gloria.
Ese es el panorama. Un gobierno que se resigna a no gobernar de verdad y que se conforma con que ir tirando y celebrar, como ayer, que un pírrico empate le haya librado de tener que dar explicaciones en el Congreso por los asuntos más polémicos.
Que esa es otra para una vez que Junts nos iba a hacer un favor, nos hemos quedado con las ganas de que María Jesús Montero compareciera para dejarse de adivinanzas.
Los de Puigdemont quisieron que la ministra de Hacienda explicara claramente en qué consiste en el Cupo fiscal de Cataluñaque se dejara de marear con lo de “oro parece, concierto no es….” pero Esquerra y los grupos vascos la rescataron.
Con lo cual, el gobierno y el PSOE se van a permitir el lujo el seguir mareando la perdiz con ese asunt hasta nueva orden:
Pues nos vamos a encajar en septiembre y en un asunto tan fundamental como es la ruptura de la caja común en la financiación de las autonomías el gobierno no da explicaciones y no se sabe cuándo las dará.
Porque cuando Patxi López y Pilar Alegría salen a decir que será un acuerdo singular lo que están es confirmando que estamos ante un privilegio en ciernes.
Que un partido que se llena la boca con el concepto de Igualdad se parapete tan alegremente en el calificativo singular es ya, conceptualmente, para hacérselo mirar.
Pero es que además mienten. Mienten de forma descarada porque no es verdad, (como dice la portavoz del gobierno), que el ejecutivo ha estado siempre en lo mismo.
En el programa electoral no llevaban ningún cupo o concierto económico para Cataluña. Y lo que defendía el PSOE era una España federal cuando ese cupo lo que va a provocar es que entremos en un modelo confederal que es muy diferente. No es lo mismo un “autonomía regida por la solidaridad” que tener una agrupación de pequeños reinos de taifas que sólo comparten el ejército, la vigilancia de las fronteras, la acción exterior… y poco más.
Y la acción exterior, cada vez menos. porque las embajadas catalanas, así siguen
En fin, que Montero se ha librado de tenerse que dejar de adivinanzas, que Albares tampoco tendrá que explicar cómo es eso de no llamar dictadura a la dictadura de Maduro en Venezuela. Y que Sánchez tampoco tendrá que dar explicaciones sobre la crisis migratoria.
INMIGRACIÓN CIRCULAR
De momento, el presidente ya está de gira por África para intentar, dicen, que Mauritania, Gambia y Senegal pongan más de su parte en evitar la salida de cayucos y en aceptar las devoluciones.
Con Mauritania se ha decidido imponer un visado de tránsito, para evitar que los mauritanos pidan asilo en los aeropuertos.
Eso, e insistir en la idea de la inmigración circular.
Esto que, sobre el papel, Sánchez nos vende como la panacea consistiría en traer a mauritanos para que se formen profesionalmente que esa formación sirva para cubrir unos 250.000 puestos de trabajo en España de forma regular y que luego se marchen a sus países con esa formación como bagaje para ayudar al desarrollo de su país.
Sobre el papel, suena bien pero lo cierto es que, de momento, no ha funcionado tan bien como dice Sánchez. Ha medio funcionado con algunos países hispanoamericanos, pero con países africanos no tanto.
Sánchez ha insistido mucho en que frases como que la inmigración es prosperidad o que la inmigración no es un problema, sino una necesidad.
Y está muy bien pero incluso en eso el presidente, si cree lo que dice, cae en una contradicción porque, por esa regla de tres, debería hacer más por aprobar la iniciativa popular que sigue varada en el Congreso para regularizar a medio millón de extranjeros que ya llevan tiempo en España como solicitan algunos sectores productivos, véase el campo o la construcción.
Es decir, queda la sensación de que, de vez en cuando, ponemos parches bienintencionados pero que no hay una política migratoria que sea realmente coherente e integral.
Pero esos parches no van a solucionar el problema de la llegada en cayucos a Canarias.
En Mauritania hemos tocado la tecla de la Economía Circular y en Gambia y Senegal, la idea es tocar la tecla de dar dinero para que la policía de allí espabile un poco a la hora de impedir las salidas o facilitar las devoluciones pero es todo un poco, salto de mata.
Hoy, precisamente, vamos a hablar con expertos para tratar de entender qué está pasando en esos países para que nos envíen a tantos inmigrantes y qué se podría hacer para evitarlo.
De momento, la sensación sigue siendo igual de deprimente, si uno mira al panorama político.
Con una parte del espectro político insistiendo en la idea de invasión o de sustitución cultural para pedir mano dura con los inmigrantes y otra parte de ese espectro político que sólo sabe llamar xenófobos a los que señalan que todo el mundo no puede venir porque los límites de nuestro sistema, de nuestro Estado del Bienestar y de nuestra capacidad de verdadera integración no es infinita.
En lugar de simplificar las cosas, bien haría el gobierno en convocar la conferencia de presidentes autonómicos para abordar lo más urgente: el reparto de los menores que, por ley, no pueden ser devueltos a sus países.
Y luego liderar una respuesta conjunta de la Unión Europea para que viajes como el de Sánchez no se queden como anécdotas como intentos modestos de poner parches a un reto enorme.
Limitarse a llamar xenófobo al que no te compra una reforma legislativa como tú quieres es muy poco bagaje para un gobierno que esta legislatura, como hemos visto explicaciones no dará pero gobernar tampoco va a gobernar mucho.