'Crónicas perplejas': “El amor es más de cazuela de barro que de microondas”
Habla Antonio Agredano del amor asegurando que "da igual cómo llegar al amor, lo importante es alcanzarlo"
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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".
Tocando la guitarra en un parque o trabajando de DJ. Bailando a altas horas en un festival veraniego o leyendo en una cafetería elegante. Subiendo fotos al Fotolog o leyendo poemas en un antro madrileño. He hecho cualquier cosa por ligar. A nada he dedicado tanto esfuerzo en mi vida. Qué maravilla era ese ardor, esas ganas de todo a todas horas.
Porque da igual cómo llegar al amor, lo importante es alcanzarlo. En este caso, el destino está por encima del camino. Aplicaciones en el móvil o sobre las ruinas de parejas rotas. Encuentros de madrugada, entornos laborales o pura vecindad. Enamorarse es una esencia y no un contexto.
Siempre hay una canción. Y luego un mensaje de buenas noches. Y otro de buenos días. Y un “te echo de menos” que es una bola de derribo chocando contra nuestra prudencia.
Qué bonito es conocerse. Ese proceso. Ir quitándole capas a la rutina hasta conseguir una imagen viva e íntima de la persona que tenemos delante. Evitar las conversaciones estériles y sumergirnos, como un buzo, en la profundidad de ese hombre o esa mujer que nos gusta. Sus inseguridades, su risa, las dudas y las certezas, sus deseos insatisfechos y las penas que superaron con valentía. Conocerse es respetarse. Y no hay relación posible sin ese camino oceánico.
El amor necesita pausa. El amor es más de cazuela de barro que de microondas. El amor es más matutino que nocturno. El amor es más salado que dulce. El amor es líquido y se cuela por todas las grietas de nuestra existencia. El amor no puede enjaularse ni almacenarse como la ropa de invierno en un altillo. El amor es salvaje, inesperado y tiene la hondura de un abismo luminoso. El amor lo es todo y, sin embargo, el amor no debe enloquecernos. Porque si dejamos de ser nosotros, el amor pierde su sentido. El de dos personas que se aman, con sus virtudes y sus defectos, con su esplendor y con su incertidumbre. Con sus fallos y con sus aciertos.
Amar es un tesoro que desenterramos a medias. Amar es un viaje hacia dentro. Amar es sentir, cada mañana, que el mundo tiene un ritmo contagioso que bailamos, con una sonrisa, y casi sin darnos cuenta.
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