'Crónicas perplejas': “La felicidad reposa delicadamente sobre nuestra piel, nuestros recuerdos y labios"

Habla Antonio Agredano de las pequeñas cosas que nos hacen felices

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Antonio Agredano describe en sus 'Crónicas perplejas' dónde encontramos la verdadera felicidad

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

El mundo escribe nuestras vidas en minúscula. Su letra es nerviosa y pequeña. Ilegible a veces. Por eso, en ocasiones, nos cuenta entender el funcionamiento de las cosas. Por eso la felicidad es tan sutil. Por eso nuestras emociones aparecen mezcladas y laberínticas como garabatos en un papel.

Pero hay mañanas, como la de hoy, en la que una llamada te conmueve. En la que un puñadito de palabras arranca una sonrisa a la rutina. Y las voces suenan como un cascabel. Y los abrazos son como reencuentros. Y hasta la luz, la misma luz de todos los días, de repente nos parece más que nunca un regalo de la vida.

La grandeza del mundo se construye sobre lo pequeño. El primer sorbo del vino. Una canción que empieza a sonar en la radio y que abre una puerta en tu memoria. La simpatía de la cajera del supermercado. Que te diga el médico que todo está bien. Que la vida siga pese a los tropiezos. Mirarse al espejo y no sentir culpa. Escuchar los pasos de tu pareja en el pasillo y sus llaves en la puerta y sentir un vuelquito en el pecho. Las manos de tus hijos sobre tus manos. Un guiso burbujeando en la cocina. El suave calor de la primavera. Que, pese al tiempo, pese a la zozobra, la alegría persista luminosa en nuestras vidas.

Esos pequeños tesoros cotidianos. Esos que el mundo escribe con letras urgentes y borrosas. Ahí, ahí es donde está lo bueno. No lo olviden. Sueñen, crezcan, tengan ambición, sufran, trabajen sin descanso. Pero pasado el tiempo comprobarán que nuestro corazón es un músculo sencillo. Que la existencia, como decía, se escribe en minúsculas. Y que la felicidad reposa delicadamente sobre nuestra piel, sobre nuestros recuerdos y sobre nuestros labios.

Las 'Crónicas perplejas' de la semana de Antonio Agredano

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