Gay de Liébana señala la importancia de la productividad y el capital humano para nuestra economía
El bajo desarrollo de nuestra economía responde al escaso crecimiento de nuestra productividad
Madrid - Publicado el - Actualizado
3 min lectura
El profesor José María Gay de Liébana analiza en 'Herrera en COPE’ las claves económicas del día
Tenemos una espina clavada, Pilar, que es la de la productividad. En gran parte, el bajo desarrollo de nuestra economía responde al escaso crecimiento de nuestra productividad, donde la estructura económica juega un papel determinante, con un excesivo componente de servicios, a menudo de bajo valor añadido, y con un tejido empresarial muy concentrado en empresas pequeñas. En los últimos 20 años, Pilar, nuestra tasa anual promedio de crecimiento de la productividad de los factores ha sido del 0,2%, muy por debajo de economías robustas como, por ejemplo, EE.UU. y Alemania. En ese hándicap de nuestra productividad incide el capital humano, cuya calidad es baza primordial. La mejora del capital humano es imprescindible para vigorizar la productividad. Los promedios de los niveles educativos de trabajadores y empresarios españoles son inferiores a los del resto de la Unión Europea. Además, sufrimos los estigmas de elevadas tasas de abandono y fracaso escolar, y una brecha negativa en los indicadores de calidad educativa. El mundo actual, la globalización, el progreso tecnológico, la automatización de tareas, no solo requiere de una sólida formación sino de unas habilidades específicas. Hay que rediseñar nuestro sistema educativo. Y eso exige no hacer de España Tarugolandia, es decir, un país de tarugos donde el nene y la nena, que son muy majos, pasen de curso en la ESO y el Bachillerato, aunque suspendan, sin demostrar una mínima suficiencia de conocimientos, expresándose sin ton ni son y así, paso a paso, lleguen a la universidad. En pocos años tendremos un capital humano penoso, con tarugos. Por tarugo, que conste, Pilar, el diccionario de la RAE entiende coloquialmente a persona de rudo entendimiento…
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La mejora del capital humano es imprescindible para vigorizar la productividad. Los promedios de los niveles educativos de trabajadores y empresarios españoles son inferiores a los del resto de la Unión Europea. Además, sufrimos los estigmas de elevadas tasas de abandono y fracaso escolar, y una brecha negativa en los indicadores de calidad educativa. El mundo actual, la globalización, el progreso tecnológico, la automatización de tareas, no solo requiere de una sólida formación sino de unas habilidades específicas. Hay que rediseñar nuestro sistema educativo. Y eso exige no hacer de España Tarugolandia, es decir, un país de tarugos donde el nene y la nena, que son muy majos, pasen de curso en la ESO y el Bachillerato, aunque suspendan, sin demostrar una mínima suficiencia de conocimientos, expresándose sin ton ni son y así, paso a paso, lleguen a la universidad. En pocos años tendremos un capital humano penoso, con tarugos. Por tarugo, que conste, Pilar, el diccionario de la RAE entiende coloquialmente a persona de rudo entendimiento…
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